Me
preguntas a menudo cuánto te quiero, te miro y sonrío. Veo tus ojos expectantes
y tu sonrisa de medio lado y me empapo en ellos. No podría contarte en
unidades, ni decir esas frases que se vuelven vacías con el tiempo. No puedo
mostrarte con besos ni caricias el amor que mi corazón te guarda.
Me
puedes preguntar una y mil veces y nunca sabré lo que es suficiente para ti. A
mí me vale con una taza de café caliente, con una conversación a media tarde
sin interrupciones, con tu apoyo constante y tus besos de gelatina.
Es que gran parte de la felicidad está en un café caliente. Y si es bien compartido, entonces ya, la felicidad total.
ResponderEliminarQué bonito eso de los besos de gelatina...
Un beso.
El café compartido sabe mejor, y si además lo aderezas con los besos de gelatina, mejor que mejor.
EliminarUn besillo.
Genial! ojalá hubiera más cafés de esos
ResponderEliminarMe encantan, son los mejores.
EliminarUn besillo.
Precioso relato Maria, que bien sabe un café con besos de gelatina. Un abrazo
ResponderEliminarSon los más dulces.
EliminarUn besillo.
Esos "besos de gelatina" suenan como el nombre de un postre que definitivamente quiero probar.
ResponderEliminarEs que creo que es de los mejores postres, los besos son lo mejor.
EliminarUn besillo.
dulces letras y un café delicioso, lindo volver y leerte, un abrazo!
ResponderEliminarHola de nuevo por aquí.
EliminarMe encanta que vuelvas de esta manera tan dulce. Besos de gelatina.