Solo
entra la luz de la calle. El portal está a oscuras mientras yo estoy sentada en
aquellas escaleras semi escondida esperando mi oportunidad. Todas las noches el
mismo ritual. Pero hoy me lo había propuesto. Sería diferente.
Me
había preparado para la ocasión. Un buen maquillaje y un perfume intenso que ya
se cuela por toda la recepción. Oigo como baja el ascensor. Seguro que es
María, la del tercero, siempre baja la basura a la misma hora. Es una mujer
mayor que vive sola y nunca se mete con nadie. No es cotilla como podría suponerse
de una mujer como ella. Sale a sus paseos por la mañana, a comprar con su
carrito, y sus tardes de café en la cafetería de la esquina con otra amiga
suya. Alguna vez me he reunido con ellas, cuando el tiempo me lo permite.
Sale
del ascensor, puedo verla escondida desde donde estoy. Solo espero que él tarde
un poco más y no nos crucemos los tres para subir. La oigo volver, y habla con
alguien, es él. No tengo suerte hoy. Salgo de mi escondite y hago como si
estuviera esperando el ascensor, el detector de luz ya ha encendido las luces.
—Buenas
noche Rosalia, que guapa estás hoy hija. ¡Bendita juventud!
—Muchas
gracias Doña María. Se hace lo que se puede.
Él me
sonríe y yo le devuelvo la sonrisa, lo más encantadora que puedo. Abro la
puerta del ascensor y suben conmigo.
—Yo me
bajo la primera. Dale al tercero niño.
—Como
usted mande Doña María.
No hay
más conversación. Todos miramos al suelo. Yo aprovecho para verme una mancha en
el zapato, mientras oigo mi corazón palpitar. Espero que ellos no lo oigan a
pesar del silencio.
El
ascensor se para y Raúl le abre la puerta educadamente para que pueda salir.
Nos deseamos buenas noches y él vuelve a entrar para darle a mi planta. Subimos
los cinco pisos en silencio, cada uno en nuestra esquina del ring.
Cuando
se para él vuelve a abrir la puerta para dejarme salir. No me muevo y él me
mira extrañado. No le da tiempo a preguntar nada, lo cojo por la camiseta y de
un tirón lo vuelvo a meter en el ascensor. La sorpresa no le deja tiempo para
reaccionar. Mis labios se pegan a los suyos mientras mi lengua intenta explorar
un terreno desconocido. Él se abre a mi sugerencia y sus manos sondean todas
las partes de mi cuerpo.
En todo
ese jaleo de manos y lenguas entrelazadas se acerca al oído y entre jadeos me
pregunta:
—¿No
estabas casada?
—Sí. Mi
marido nos espera.
Se
queda parado ante la sorpresa, abro la puerta del ascensor y salgo. Noto sus
pasos detrás de los míos. Yo sonrío.
Que sorpresa!!!
ResponderEliminarMe alegra sorprenderte.
EliminarUn besillo.
Me encantó la fraseología, los trabajados detalles, sólo advierto algo repetido el tema.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. No sabía que era tan repetido el tema. Normalmente el pobre habría sido asesinado, pero por darle un giro a mis relatos lo transformé un poco. Pero bien está saberlo para la próxima vez.
EliminarGracias.
Un abrazo.
Parece que nuestras protagonistas están por sorprender a sus maridos, María, ¡qué casualidad! jajajjaa. Un estupendo giro final que te pilla desprevenida y te hace sonreir. Yo ya pensaba en posibles asesinatos, lo confieso, así que el cambio me ha encantado por lo pícaro y atrevido. ¡Muy bueno!
ResponderEliminarBesos de martes.
Sinceramente, no ha sido casualidad, leerte a ti me inspiró. Espero que no te haya importado. La verdad es que iba a matarlo pero me acordé de tu mujer y pensé en darle un giro a mis letras, que siempre acabo matando a todo el mundo.
EliminarUn besillo.
En absoluto me importa, María, ¡todo lo contrario! :))
EliminarTus asesinos siempre me han encantado, sabes darles un toque muy especial, así que por mí no te cortes de seguir matando en tus relatos.
¡Un beso!
¡Menuda vecina! Con vecinas como esta, la diversión está asegurada, jajaja
ResponderEliminarAl principio pensé que se trataba de una asesina al acecho, esperando perpetrar una venganza, pero esa sorpresa final me ha aliviado. Mil veces mejor el sexo que la muerte.
Un abrazo.
Jajaja como me conocéis ya. La verdad es que si, habría muerto, pero al final cambié la historia. Como bien dices mejor sexo que muerte.
EliminarUn besillo.
Vaya juerga que se van a montar entre los tres.
ResponderEliminarEste y el de Julia van por los mismos derroteros. Esas vecinas son inventadas, seguro. Yo no tengo ninguna que me sorprenda de esta manera.Ja,ja,ja.
Un beso
Pues la verdad como le he dicho a Julia, su relato me inspiró. Ya veo que estas sorpresas les gustan a más de uno. Nunca se sabe lo que te puedes encontrar en el tiro de la escalera. Estate muy atento, jejeje.
EliminarUn besillo.
Muy bueno tu relato y es cierto que he pensado en el de Julia al leerlo. Mujeres dispuestas a dar grandes sorpresas.
ResponderEliminarUn beso.
No es de extrañar, está inspirado en ella. Y es que escribe tan bien, que me llena de inspiración cuando la leo. Pero no se lo digas, es un secreto.
EliminarUn besillo.
Muy bueno María, me ha encantado ese giro final. No sé por qué pero en esta ocasión no he pensado que fueras a matar a nadie, aunque tampoco sabía decir algo. Y sin duda ese giro final me ha sorprendido, jaja. Vaya vecina, se van a montar una buena fiesta esa noche... Un fuerte abrazo! ; )
ResponderEliminarPues si se van a montar una buena fiesta.
EliminarMe alegro haberte sorprendido. Mi instinto inicial era matar. Pero me he controlado un poquito.
Un besillo.
Un relato muy especial con erotismo, el giro del final inesperado. Se te dan bien los asesinatos. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias. Aunque aquí asesinato poco, es verdad que decidí irme por otro camino.
EliminarUn besillo.