La
punta de sus dedos avanzaba casi sin tocar lo más deseado. Las emociones le embargaban
mientras repasaba con la vista aquello que solo rozaba. Casi podía notar la
energía que desprendía su piel. Se atrevió a ir más lejos y dejó su mano posada
sobre la cadera. No la movió, simplemente cerró los ojos y saboreó el calor que
desprendía.
El
cuerpo de debajo se movió ligeramente, tan suave que no se hubiera dado cuenta
si lo hubiera mirado. Lo impulsaba a seguir, pero sin prisas. Aquel cuerpo
estaba hambriento de sus caricias. Paseó su mano por la espalda con suavidad mientras
esta se arqueaba como un gato.
Acercó
sus labios a aquella piel ardorosa y la besó en un ritual que solo él conocía. El
cuerpo se agitaba al compás de aquella canción, y él disfrutaba entre sonrisas
y besos regalados.
Agarró
el cordón y echó una mirada provocadora fuera de los filos de su cama. Las
cortinas del dosel cayeron y se oyó un murmullo de decepción en el público que
asistía al espectáculo de aquella noche.
Me ha encantado el relato María! Es cálido y sensual, con un final que da pensar. La ambientación bien podría cuadrar en distintas épocas a la vez, desde la medieval a un show en vivo en nuestros locos tiempos actuales. Un fuerte abrazo! ; )
ResponderEliminarPodría ser en cualquier época si, si te soy sincera el final ha sido la invención de última hora.
EliminarUn besillo.
Muy buen micro Maria, podría ser una escena que a todos nos gustaría que nos ocurriera. Ya siento la mano por la espalda. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias. Si es un relato muy sugerente.
EliminarUn besillo.
Muy bueno,la mente se dispara a gusto de cada lector
ResponderEliminarPues esa es buena señal. A disparar la mente.
EliminarUn besillo.
Buen relato, María. Como siempre con pequeña sorpresa final de las que dejan lugar a la imaginación.
ResponderEliminarUn beso.
Me encantan las sorpresas finales, es lo mejor de escribir, sorprender.
EliminarUn besillo.