Subí
aquel pequeño montículo para poder observar bien lo que tenía bajo mis pies. No
era una gran altura, pero el paisaje merecía la pena desde otra perspectiva. El
pueblo estaba ahí con esa quietud que solo te da la distancia. A sus pies
descansaba la pequeña playa de arena blanca que se había convertido en mi
refugio.
Me
senté a esperar que el sol se escondiera, pero aquella tarde no tenía prisa por
desaparecer. Yo tampoco. Temía a la noche, era mi enemiga desde hacía demasiado
tiempo. Aunque ya había aprendido que no podía hacer nada. Era mi compañera y
tenía que aceptarla como lo que era.
Oí
ruido a mi espalda y sabía que él se acercaba, podía olerlo a pesar de la gran distancia
que aún le quedaba por recorrer. Seguí sentada persiguiendo al sol en su camino
mientras me deleitaba con los olores y los ruidos de mi alrededor. Se sentó a
mi lado respirando entrecortadamente. Dejé que recuperara el aliento.
—Ya lo
he pensado. Quiero que me lleves contigo.
Suspiré
antes de contestar. Ya lo había oído otras veces.
—No
puedes venir conmigo.
—Sí que
puedo. Es mi decisión y quiero compartir tu destino. Ser uno contigo.
Lo besé
en la frente.
—No
seas condescendiente conmigo.
—Sabes
que no puedo hacerlo, tú eres mi tabla, te necesito.
—Y me
vas a seguir teniendo, compartiendo el mismo viaje.
Negué
con la cabeza.
—No
podrás evitarlo.
Lo miré
sorprendida. Aquella decisión era nueva en él.
—No te
atreverás. Sabes que no quiero hacerte sufrir, eres lo que más quiero y jamás
te haría esto. Vete ya. Se acerca la hora.
Hablé
con una seguridad que no tenía, por dentro todo me temblaba y pensé que no
podría alejarlo una vez más si me lo volvía a pedir. Mis defensas estaban a
punto de caer.
Los
últimos rayos de sol desaparecían mientras él bajaba la ladera. Empecé a sentir
los primeros escalofríos, busqué en el cielo como un resorte en busca de mi
guía nocturna. La encontré sin problemas. Brillaba solo para mí y yo le
correspondí desnudándome ante ella.
SUGESTIVO ....
ResponderEliminarMe alegro.
EliminarUn besillo.
A pesar de lo críptico del relato, la verdad es que me queda una sensación de escalofrío al final, por lo que se sugiere, aunque me ha gustado mucho que el tema quede abierto a otras posibilidades.
ResponderEliminarUn relato estupendo.
Un besazo, María.
Si, me encanta daros que pensar. Un final abierto para que cada cabecta vaya donde quiera.
EliminarUn besillo.
Muy místico y bonito. A veces hay cosas que no pueden ser, y cosas que se echan de menos de una forma muy intensa.
ResponderEliminarUn besito
Pues si. En el amor no se puede ir de la mano a todos sitios, a veces hay que dejar ir.
EliminarUn besillo.
Me pasa como en otro comentario, me queda un escalofrío al final.
ResponderEliminarGenial como siempre.
Besos.
Me encantan esos escalofríos. A la luz de la luna suelen dar más repelús.
EliminarUn besillo.
Tremendo relato. Se insinúa mucho, se deja mucho a la aportación del lector. Esa sensación de renuncia a lo que se ama, de pérdida de lo que se va sin remedio, de lo que se va no se sabe dónde; y esa renuncia a lo que se queda cuando el otro se tiene que ir. Y ¿a dónde se va? ¿por qué imagino una muerte?
ResponderEliminarEn fin, me ha gustado. Mucho para pensar.
Un beso.
Pues más que una muerte nos podemos ir más alo sobrenatural, y a la visión de una luna que está por salir. Pero bueno, cada uno interpreta a su manera y me ha gustado la tuya.
EliminarUn besillo.
Creo que tu protagonista, con la llegada de la noche, sufrirá una intensa transformación... No debe ser muy llevadera si no quiere compartirla con la persona a la que ama, pero seguramente, precisamente por amor, no pueda evitarla.
ResponderEliminarMuy chulo, María, dejas el final a nuestra imaginación. Yo creo que se trata de una mujer lobo :))
¡Un beso de domingo!
Estás en lo cierto. Una mujer lobo que aleja a su amor para que no tenga que correr la misma suerte que ella.
EliminarUn besillo.
La imagen que recrea ese último rayo de sol... muy sugestivo y misterioso. Me ha encantado María, creo que el relato nos provoca una sensación de peligro y deseo que no llegas a comprender el por qué.
ResponderEliminarMuy bonito María, un abrazo muy grande.
Muchas gracias. La verdad es que esa puesta de sol es algo más que un sol ocultándose, y ella lo sabe bien. El peligro acecha.
EliminarUn besillo.
Hola María,
ResponderEliminarCon tu relato, dejas muchas puertas abiertas al lector, para que escoja la que crea más conveniente.
Yo me quedo con esa luz y la desnudez que no necesita de otros, solo de uno mismo, como un renacimiento interior.
Un besazo.
Buena elección. Me encanta hacer eso. Dejaros a la imaginación de cada uno.
EliminarUn besillo.