¿Conoces
esa sensación al mirar algo y no saber si es real o no? Así me siento yo en
todo momento. Soy diferente a todos los que me rodean y no puedo hacer nada por
evitarlo. La gente me mira raro, me habla diferente, su forma de relacionarse
conmigo es con pena, o incluso con asco.
Mis
padres dicen que tengo que ir con la cabeza bien alta, con orgullo de ser quien
soy. No es nada malo. Pero yo no termino de creérmelo. Intento pasar
desapercibido y no mirar demasiado a los demás, por lo que puedan pensar.
Mis
padres me han apuntado a unas reuniones con personas como yo para que me
ayuden. Creen que hablar me vendrá bien, ver a otros que sienten como yo y que
viven los mismos dilemas. Acabo de salir de allí y no me siento mucho mejor.
Solo estábamos cuatro, una chica y tres chicos como yo. El psicólogo no se
parece en nada a nosotros. Intenta entendernos, pero yo sé que no lo hace.
Hemos tenido que hablar todos y decir lo que nos preocupa. Yo he sido el
primero, más que nada por decirlo todo rápido y no tener que hablar más.
— Hola,
me llamo Juan. Y me gustan las chicas. Nadie a mi alrededor lo entiende,
incluso mis padres me miran con pena. En el instituto la gente me rehúye,
intentan no acercarse mucho a mí. Sobre todo las chicas. Solo conozco a una
persona como yo, vive en mi mismo edificio, se llama Ana y le gustan los
chicos. Todos intentan emparejarnos, pero a mí ella no me atrae de esa manera.
Parece que como somos iguales ya nos tenemos que gustar.
Me he
sentado mirando al suelo, los demás han hablado y han contado más o menos lo
mismo que yo. Pero ninguno queríamos hablar más. El psicólogo lo ha intentado.
Nos ha hablado de otros mundos en los que a la mayoría de las personas les
atrae el sexo opuesto como a nosotros. Yo no me lo he creído mucho. Pero cuando
llegue a casa lo buscaré en la red. ¿Quién sabe? A lo mejor puedo viajar a esas
tierras.
Nos ha
hablado de que la forma de procrear en aquellos mundos es diferente, allí hacen
el amor para tener hijos, además del disfrute de tener sexo. No me entra en la
cabeza.
Nos ha
dicho también que no tenemos que preocuparnos, que vivimos en un mundo
tolerante y que ya no se persigue a la gente como nosotros. Somos libres para
creer y sentir lo que queramos. Hace un siglo no podríamos salir a la calle o
seríamos fusilados. A mí eso no me sirve de nada. La historia no está de
nuestro lado, pero la sociedad tampoco.
Han
pasado varias semanas desde mi primera visita a mis reuniones, Ana también se
ha apuntado, más que nada por hacernos compañía. Ayer vino otra chica, se llama
Marta y está llena de optimismo. A todos nos cautivó con su fuerza al hablar,
no sabemos el motivo por el que se ha unido a nosotros. Ella nos habla de la suerte
que tenemos, de lo feliz que le hace sentir lo que siente, y de saber que no
está sola. Tiene amigos que no son como nosotros. Se divierte con ellos y la
aceptan tal y como es.
Ana me
ha mirado mientras hablaba y me ha hecho un gesto para que me limpie la baba. Le
he devuelto un mohín. He de reconocer que me gusta, me atrae. Aunque ella no me
ha mirado especialmente. Ha hablado con Lucas, un chico introvertido que apenas
habla con nadie, y se ha ido antes de que me pudiera acercar a ella.
Hemos
salido más contentos. Con la cabeza un poco más alta, la calle se veía
diferente, un arcoíris estaba saliendo después de la lluvia de verano.
El titulo me ha parecido super original, y la trama del relato de igual manera. Es curioso como la sociedad agrupa a las personas pr lo que piensan que son en lugar de acercarse a ello/as para entenderlos.
ResponderEliminarEn tu relato también advertí un halo de esperanza con la nueva chica que entró en el grupo. Alguien, Marta, supo aceptarse ser un positivo ejemplo para el protagonista y posiblemente se formará un buen cambio para él y Ana.
Me ha gustado mucho, María.
¡Un beso!
Muchas gracias. La verdad es que si, la sociedad tendemos a agruparnos y a rechazar lo diferente a nosotros. Y eso es siempre un problema, vengamos del sitio que vengamos y vayamos donde vayamos.
EliminarUn besillo.
Me ha atraído el título original de tu texto, pero después de leerlo me ha gustado mucho. Ojala Juan tenga la oportunidad de salir de su problema y sobre todo pueda acercarse a Marta. besos. TERE.
ResponderEliminarEsperemos que si. Que Juan se acepte y se encuentre bien con él mismo. Es lo mejor para ser feliz.
EliminarUn besillo.
Lo malo no es ser tomate o rábano verde, lo malo es etiquetar a uno como bueno y aceptable, y a otro como malo y aberrante.
ResponderEliminarCuando se celebra en Madrid el World Pride y en el colectivo LGTB se lucha por los derechos de cada uno a ser reconocido y respetado, tu relato viene de perlas.
Genial el título.
Un beso.
Totalmente de acuerdo contigo. No tengo mucho más que decir. Las etiquetas son lo peor que ha inventado el ser humano.
EliminarUn besillo.
Un buen título para este relato que viene al pelo para estos días que se viven, y que son para tener un respeto con estas personas que creemos que son diferentes. Son unas personas maravillosas que aman y penan como todos los demás. Un abrazo
ResponderEliminarLa verdad es que todos somos iguales, da igual en lo que creamos, de quien nos enamoremos o omo vistamos. Como bien dices, todos somos personas.
EliminarUn besillo.