Lidia
se subió al coche donde la esperaba una mujer. El hombre subió detrás y ella
quedó en medio de aquella extraña pareja que la miraba y le sonreía. La mujer
parecía querer acariciarla pero por alguna razón no lo hizo.
La
llevaron a una gran casa con jardín y una habitación llena de cosas para ella.
Le explicaron que ahora ellos serían sus padres y que poco a poco se
acostumbrarían a estar juntos.
Los
primeros días estaban cargados de tensión. Lidia se quedaba mucho tiempo
mirando por la ventana, sin hablar y sus padres la colmaban de atenciones
innecesarias. Ella solo quería estar sola. Pero querían agasajarla con todo lo
mejor.
La
tercera noche de estar allí, Lidia se despertó gritando empapada en sudor. La
mujer se acercó a su cuarto y le preguntó desde la puerta si estaba bien.
— Sí,
estoy bien. Pero…
Lidia
se echó a llorar sin poder remediarlo. Su ahora madre se acercó a ella y la
acunó en su brazos. Era la primera vez que la tocaba, y Lidia se sintió
extrañamente feliz. Aquella mujer le acarició el pelo. Lidia sin pensarlo dos
veces empezó a hablar atropelladamente, le contó todo lo que le habían hecho en
aquel colegio, las pruebas, los experimentos, los largos exámenes, las
privaciones de cariño, de amistad, de todo.
— Hoy
es la primera vez que un adulto me abraza.
A su
madre se le saltaron las lágrimas, y mirándola directamente tomó una decisión
que marcaría la vida de ambas.
— No
dejaremos que se lo hagan a más niños. Lucharemos para cerrar ese centro y
descubrir de dónde sacan los niños. Y por supuesto no volveremos a que te
borren la memoria.
— ¿Qué?
— Nada
hija, no te preocupes. Todo saldrá bien.
Lo que
le dijo su madre en ese momento se convirtió en realidad. Con todos los recursos
que tenía la familia investigaron hasta lo más íntimo de cada trabajador de la
empresa, del origen de aquellos niños que eran el objetivo de todo.
Lidia
se hizo inseparable de sus padres adoptivos, y durante los años siguientes
lucharon para cerrar la institución. Pero cuando ella estaba a punto de cumplir
los dieciocho años sus padres sufrieron un accidente de tráfico que los mató en
el acto. Lidia quedó destrozada, pero gracias al testamento de sus padres era
una de las personas más ricas del país. Así que después de unos meses vagando
por su casa, decidió volver a la lucha y a la búsqueda de sus amigos. Quería
saber que había sido de ellos.
Pero
algo en el accidente de sus padres no le cuadraba, todo había sido muy raro, la
autopsia demasiado rápida, y los motivos del accidente no esclarecidos del
todo. Así que decidió esconderse, desaparecería del mundo y nadie podría
encontrarla, no quería sufrir más accidentes. Dedicó tiempo a estudiar en la
Universidad, sacándose varias carreras que le ayudarían a que esa herencia no
se perdiera, derecho, económicas,…
Ahora
después de todos esos años sola, se encontraba de nuevo donde todo empezó, en
aquella casa infernal que pronto sería demolida, como lo fue la original. Ahora
volvería a hacer recordar a su familia lo que le hicieron en aquel horroroso
lugar. Ahora podría contarles todo lo que ella había averiguado. Ahora, por fin
serían libres.
Bueno, esto ya está tomando un cuerpo sólido y ya se ve la luz al final de ese túnel de capítulos que hemos ido siguiendo uno tras otro, pendientes de la continuación.
ResponderEliminarIntuyo, pues, que la cita está llegando a su fin, un fin que presumo conciliador, tanto entre los protagonistas como cada uno con su respectivas vidas pasadas y sus terribles recuerdos.
Un abrazo.
Si, esta llegando a su fin, seguro que acabará bien, aunque nunca se sabe, a lo mejor me da una vena psicópata y los mato a todos en el último capítulo...
EliminarUn besillo.
Me hace gracia lo que has contestado en el comentario de Josep. Lo cierto es que, el autor tiene la última palabra, ja, ja. Y dado que tú, por lo que has contado, trabajas sobre la marcha... a lo mejor depende de como te vaya el día, así le irá la vida a tus personajes, je, je. Bueno, bromas aparte, creo que has construido un sólido argumente sobre la base de la improvisación. Como el que construye un castillo de naipes teniendo mucho cuidado de que, al menor movimiento, no se le venga todo abajo. Y eso se llama Arte. Buen trabajo. Me quedo esperando las últimas cartas de esta baraja. Besos
ResponderEliminarMuchas gracias. La verdad es que ya queda poco para el final de esta historia. Algo que me entristece porque me encanta. Pero cuando una historia no da más, es mejor no alargarla, para luego quedarte en finales tipo "todo fue un sueño, o todos estaban muertos".
EliminarUn besillo.
Comprendiendo el pasado de la Señora Arias, pero sin ser revelada, por el momento, toda la verdad sobre lo ocurrido con esos niños en aquel centro de reclusión y experimentación, queda uno totalmente a expensas de las revelaciones finales. Gran trabajo de intriga y tensión. Una cita con tus letras, indispensable y muy disfrutable.
ResponderEliminar¡Abrazo, María! ¡Besillos, Hermana de Letras! ¡Hasta pronto! ;)
Ummm pues ya puedes conocer el final Hermano de Letras. Me alegro de que te esté gustando., Espero que el final esté a la altura
EliminarUn besillo.