Tengo
las manos heladas, ya no las siento. Es posible que tenga que ponerme guantes
para poder hacer lo que hago, porque de otra manera al final terminaré perdiéndolas.
Menos mal que puedo usar solo una de ellas mientras la otra la meto entre mis
piernas para darle calor.
He de
reconocer que estoy enganchada. Dicen que el primer paso para salir de una
adicción es reconocer que la tienes. Y yo la tengo. No me había dado cuenta
hasta que el otro día vi que no había cargado el móvil en cuatro días y aún me
quedaba batería. Antes lo cargaba todos los días.
Y es
que este vicio me está alejando de todos mis seres queridos, de ellos y de
todos los demás. Ya no llamo a nadie y nadie me llama a mí. No sé qué tono
tengo en el WhatsApp porque no me suena. Las visitas en mi casa son esporádicas
y casi siempre son para mi marido o mis hijos.
Me paso
el día con la cabeza ida, metida en otros mundos que no es el mío. Me quedo
mirando al horizonte durante más de lo que se puede llamar el tiempo correcto
para hacerlo. A veces hasta sonrío sola con vagos recuerdos.
Mi
realidad me parece rutinaria, voy al trabajo en el coche, y a veces creo que no
me mato porque una mano angelical me tuerce el volante o pisa el freno en el
momento justo. Cuando voy a llevar a los niños al cole, sus conversaciones de
fondo me acunan en mi realidad inventada. Pero no logro oír lo que me dicen.
Aprovecho
cada segundo para volver a mi devoción, en el trabajo me voy al baño para
disfrutar de mi soledad. Me muevo por la casa con mi adicción en la mano, sin
prestar atención a los avatares de mi familia. Lloro a moco tendido sin razón
aparente, y rio a carcajadas segundos después. Camino por la calle con los ojos
fijos, sin levantar la mirada, chocándome con personas, y andando más despacio
de lo normal para poder centrarme. Ya casi siempre llego tarde a los sitios.
Las
madres del colegio me miran de soslayo, murmurando cosas que a mí ni me
importan, porque yo ya no pertenezco a ese mundo. Mis hijos ya me han comentado
que en el cole se han metido con ellos porque tienen una mamá rara. Les he
dicho que les diga que se metan en sus asuntos.
Mi
marido ya no me habla mucho, solo cuando comemos, y yo le contesto con simples
monosílabos. Creo que está acabando con mi matrimonio. Tengo que dejarlo,
aunque solo sea por un tiempo. Solo para retomar mis relaciones en la vida
real. Yo puedo hacerlo, tengo que ser fuerte y hacerlo. No debe de ser tan
difícil, hay gente que ha podido salir. Yo también podré, solo tengo que intentarlo.
Pero es
que… está ahí mirándome, tentándome con historias sin vivir, dejándome ver esas
hojas tan nuevas. Acercándome ese olor tan especial. Bueno voy a leer un capítulo
más. Mañana será otro día.
Pues es una adicción rara, pero eso me parece que la padecemos algunos. Dejar las amistades y las charlas con amigas no es bueno. Hablar con la persona que tienes cerca es bueno para romper esta adicción. Un abrazo
ResponderEliminarPues si, todo llevado al extremo no es bueno. Por eso las adicciones hay que llevarlas buien. Un besillo.
EliminarPues yo veo que es una adicción normal 😅 Al menos yo también soy adicta!
ResponderEliminarMuy original :))
Un saludo!
Si, creo que más de uno tenemos esa adicción.
EliminarMuchas gracias.
Un besillo.
Creo que no es incompatible el vivir la realidad con enfrascarse en historias ajenas.
ResponderEliminarPero eso sí que te aviso: ¡No dejes de leer las mías!
Se bienvenida de nuevo a los mundos literarios. El diseño del blog genial. Hay cosas que me gustan mucho. el blanco del fondo le da claridad y como diría yo: Frescor de pared recién encalada.
Besos María.
Muchas gracias Francisco. La verdad es que no voy a dejar de leerlas. Me encantan.
EliminarUn besillo.
Qué sensación tan fantástica cuando un libro te engancha de tal manera que no puedes dejar de leer. Estupendo relato!
ResponderEliminarPues si, lo malo es que no haces otra cosa, y es tan adictivo... jajajaja
EliminarUn abrazo.
Una adicción compartida, es fantástico cuando un libro te engancha así.
ResponderEliminarSaludos y muchos éxitos en tu nueva etapa.
La verdad es que si, te evades de tal manera que cuando vuelves a la realidad no sabes si lo es.
EliminarUn besillo.
Ja, ja... Y yo pensando en cualquiera de las millones de adicciones que hay relacionadas con el móvil... Me has sacado la sonrisa, muy bueno.
ResponderEliminarUna observación: en el último párrafo se te ha colado un "hay" por un "ahí"
Un placer volver a leerte. Besos a montones
Ayyyyyy que horror. Me ha dolido al leerlo. Ya está cambiado. Gracias por decírmelo. Qué patón más grande.
EliminarPues si hay adicciones peores que las del móvil, jejejeje.
Un besillo.