Érase
una vez un escritor con un don, un don que no poseía el resto de escritores del
mundo. No era un éxito de ventas, de hecho sus libros solo se encontraban en
pequeñas librerías, de esas antiguas a las que poca gente entraba. Eran de esos
libros que te encontrabas sin buscar, de esos que no solías ver a la primera.
Sus
lomos no destacaban entre los demás, las portadas no tenían hermosos dibujos,
ni diseños espectaculares para llamar al lector. En la portada solo descansaba
el título de la obra sin más artificio, escrito a mano, de su puño y letra.
Todos y cada uno de ellos.
¿Qué
por qué sé todo esto? Porque yo llegué a uno de ellos por casualidad, en un
pueblecito con una librería de escasos títulos, el suyo me llamó la atención.
Lo cogí y no lo solté, a pesar de ver otros que también quería. En realidad el
que no me soltó era él. Me había atrapado desde el primer momento en el que me
había visto. Yo era su presa, y me tendría ganado para siempre.
Pagué
al dependiente y me senté en un banco de la plaza del pueblo. Una de esas
plazas típicas donde los jubilados se sientan al sol a hablar del paso de las
horas.
Y allí
estaba yo, abriendo aquel mundo por primera vez. Olí aquel tesoro, y me dejé
llevar por su aroma inconfundible a libro viejo, a pesar de que la edición era
de aquel mismo año. Leí el nombre del autor, o autora, un nombre ambiguo que no
aclaraba el sexo de su ejecutor.
Empecé
las primeras palabras, y sin darme cuenta me vi envuelto en aquel mundo de
palabras solo escritas para mí. Me dejé arrastrar en el tiempo, lloré a lágrima
tendida muerto de dolor, me enamoré como un adolescente, volví a sentir
aquellos nudos en el estómago, aquel cosquilleo que te subía por la garganta. Y
reí, reí como un loco ajeno a las miradas de mis compañeros de banco.
Cuando
acabé la última palabra y cerré el libro, me di cuenta de que estaba leyendo a
la luz de las farolas. Volví al mundo del que venía agotado, sintiendo cada uno
de aquellos momentos que había leído. Jamás había sentido aquello con un libro,
y volví a leer el nombre del autor.
Me puse
a buscar en internet, primero por su nombre y al no encontrar nada, busqué la
editorial. En ella había una pequeña referencia al autor o autora de aquel
libro. En ella decía:
Por orden expresa
del autor, no se dará información personal sobre él. Sus obras son:
Y a continuación una lista de más de veinte
obras a su nombre.
Estaba confuso,
no podía creer que un escritor así no se conociera ni hubiera ganado ningún
premio literario. Me propuse encontrar sus otros libros, busqué por Internet y
en las librerías más importantes del país. Pero allí no estaban, ninguno de
ellos. Así que me puse en contacto con la editorial. Allí me explicaron que sus
obras estaban repartidas por todo el territorio nacional por las librerías más
pequeñas. Pero que no me podían dar el nombre de esas librerías porque el autor
los había llevado en persona.
Así que
ni corto ni perezoso, decidí buscar todos los libros. Hasta ahora solo he
encontrado ocho de ellos, siempre de la misma manera, como si ellos me
llamaran, como si fueran ellos los que me encuentran a mí. Siempre con las
mismas portadas, siempre con la misma pasión escritos. Con todos ellos he
perdido la noción del tiempo, he vivido a través de ellos y me han hecho sentir
más de lo que he sentido con mi propia vida.
He
preguntado a todo el mundo a mi alrededor si se han encontrado a este autor,
pero nadie lo conoce, nadie ha leído nada suyo. Todos a los que les hablo de
sus libros quieren leerlos, pero una fuerza extraña me empuja a no dejarlos.
Así que los tengo guardados, escondidos del mundo para tenerlos solo para mí.
Ahora
busco a alguien que le haya pasado lo mismo que a mí, a alguien que haya leído alguno
de esos libros, quiero saber si estas sensaciones son solo mías o alguien más
las ha sentido. Así que sí sabéis de alguien que le haya pasado esto, poneros
en contacto conmigo.
Bonito relato, o bonita experiencia personal. Alguna vez me ha pasado, pero rebuscando en la biblioteca. Saludos
ResponderEliminarYo creo que todos tenemos algún libro que nos evoca más que los demás.
EliminarUn abrazo.
Yo creo que este autor solo escribe para ti, de ahí que solo tú puedas encontrar y leer sus libros.
ResponderEliminarUn relato muy original, fantasioso y, como siempre, muy bien narrado.
Un abrazo.
Muchas gracias. La verdad es que me inspiré en un relato de Julia que me encantó, y lo plasme con esa magia que solo los libros tienen.
EliminarUn besillo.
¡¡Genial tu relato!! Yo quiero conocer a ese autor. ¿Tú también tienes prohibido dar su nombre?
ResponderEliminarUn beso.
Pues la verdad es que también lo he buscado y no lo he encontrado. La editorial es muy recelosa y no facilita datos, jiji.
EliminarUn besillo.
De esos autores carismáticos y humildes que le basta con escribir para ser feliz. prescinde de la fama y el triunfo. Satisfecho tan solo porque tú le leas.
ResponderEliminarFeliz relato.
Besos.
Creo que todos al fin y al cabo buscamos que se nos lea. Nos gusta escribir, pero sin nadie que disfrute de lo que lees es difícil continuar.
EliminarUn besillo.
Un relato buenísimo, María.
ResponderEliminarCreas una atmósfera viva alrededor del autor fantasma y sus obras, lo dotas de aire realista, logrando que parezca más una anécdota verdadera que un relato de ficción.
Gran trabajo. Me ha encantado.
¡Abrazo, Hermana de Letras! ;)
Muchas gracias. La verdad es que fue inspirado por un relato de Julia. Hay escritores que nos llegan y a través de sus palabras nos transmiten magia.
EliminarUn besillo Hermano de Letras.
Me ha gustado has creado una historia digan de leer a quien nos gusta la lectura. Yo tengo alguna joyita de este tipo de libro que me encontré en la basura. Tiene relatos dignos de leer y no cansarte. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias. La verdad es que cuando alguien nos llega es indescriptible.
EliminarUn besillo.
Imagino que todos tenemos a un escritor,... que parece escribir "pensando en nosotros", es como esas personas que conoces y con las que empatizas en el acto. Bonito relato!
ResponderEliminarMuchas gracias. Si que tenemos ese escritor, que es solo nuestro.
EliminarUn besillo.
Siento no poder decir que yo también conozco a tu autor, casi anónimo, y hacedor de tan maravillosas obras, pero la verdad es que me gustaría mucho. Siempre se ha dicho que la calidad es más importante que la cantidad, y en este caso parece completamente cierto...
ResponderEliminarUn relato muy tierno, María. Me ha parecido precioso :))
¡Besitos de domingo!
Y es que a veces se nos mete una idea en la cabeza de vender, y vender, cuando en realidad, que la gente viva tus historias es de las mejores recompensas.
EliminarUn besillo.
P.D. Este relato es inspiración de uno tuyo, jejeje.
Desde el punto de vista de alguien que escribe, me hace sentir un placer enorme encontrar a alguien que haya sentido como propio lo escrito. Creo que se expande el corazón al imaginar que hemos llegado a tocar esa fibra.
ResponderEliminarUn hermoso relato María.
Pues la verdad es que es bonito llegar a pensar eso, que podamos llegar al lector de esa manera.
EliminarUn besillo.
Muy buen texto. Mientras lo leía visualizaba un fantástico punto de partida para una novela. Tenlo a mano por si algún día esa novela te llama para que la escribas. ¡Saludos!
ResponderEliminarUmmm ¿quién sabe? a lo mejor la inspiración te llega a ti, jejeje. Nunca sabemos de donde puede surgir una idea.
EliminarUn abrazo.
Me has recordado a "La sombra del viento", de Zafón. Me parece una gran novela (aunque es la única que me gusta del autor) No sé si la has leído, pero si no lo has hecho, te lo recomiendo. Tu relato, como su obra, habla de esos libros y autores olvidados que, sin embargo, están ahí, esperando a su lector. A su único lector, el que se sienta llamado no sólo a leer, sino a poseer esa historia. Eso es lo que a mí se me viene a la cabeza leyendo tu magnífico cuento, que, como te dicen en otro comentario, está tan bien escrito que parece real, que cuentes más una experiencia que una ficción. Te felicito. Muchos besos
ResponderEliminarPues si te soy sincera, La sombra del libro es uno de mis libros. Me encanta. Es de los único que me he leído dos veces. Pienso que hay demasiados libros en el mundo, como para repetir. Es verdad que cuando me leí El juego del ángel me decepcionó, pero con El prisionero del cielo me volvió a conquistar. He de decir que como La sombra ninguno. Su forma de escribir me maravilló en ese libro.
Eliminares posible que haya algo de él en este relato, y me alegro de que te haya recordado, me siento halagada por ello.
Muchas gracias.
Un besillo.