Cuando
se prendieron las cortinas de la cocina yo estaba detrás. Tenía cuatro años y tenía
prohibidos los mecheros, así que cogí uno y me escondí detrás de la cortina. Lo
encendí, no sin dificultad. De momento las llamas empezaron a subir por aquella
tela que me tapaba.
Era hipnótico,
me quedé mirando lo que me pareció una eternidad. Entonces pensé que me
regañarían por aquello. Fui a buscar un escondite más seguro, mi madre gritaba
mi nombre por toda la casa con mi hermana bebé en brazos. Salí al sonido de las
sirenas. Mi madre me abrazó contra todo pronóstico.
Precioso micro donde se dibuja una travesura de niña. Un abrazo
ResponderEliminarPues si, y te cuento un secreto por ser la primera, está basado en hechos reales.
EliminarUn besillo.
Posiblemente una travesura tuya de niña. Un abrazo
EliminarPues si, un poquito diferente pero en esencia si.
EliminarEntre la inocencia de una niña y el amor de una madre.
ResponderEliminarBonito relato
Un beso
Muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Original y sentido. Cuando una relato se basa en hechos reales, se nota la intensidad.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias. La verdad es que leí la frase y me salió sin más.
EliminarUn besillo.
Espero que la pequeña pirómana aprendiera dos lecciones: que no hay que jugar con fuego y que el amor de madre es incombustible.
ResponderEliminarAbrazos.
Dos lecciones completamente aprendidas.
EliminarUn besazo.
Son raras las mamás. A veces estallan en histeria por cositas más chicas: por verdaderas travesuras. En cambio cuando cometemos un error grande y dramático, suelen mostrarse comprensivas y cariñosas. Son raras las mamás, pero son raras para bien.
ResponderEliminarMás saludos, María!
Yo creo que de pensar en lo que podía haber pasado, se te cae el mundo al suelo, y te das cuenta de que la travesura no importa tanto.
EliminarUn besillo.
Muy interesante tu historia.
ResponderEliminarHoy te he conocido y lo cierto es que me gusta mucho tu forma de escribir o de “relatar” como dice un amigo mío argentino.
También he leído los cinco capítulos de “La Cita”, intrigantes y con muchas ganas de leer su continuación.
Evidentemente las musas han desaparecido del lugar donde vive el protagonista del relato (es lo último que escribió) porque tenían una cita más importante con María Campra.
Gracias por hacerme pasar un rato delicioso con tus relatos.
Un beso
Muchas gracias por pasarte por aquí y leer mis relatos. Me alegro de que te haya gustado, y espero que sea suficiente para quedarte por mi rinconcito.
EliminarMuchas gracias por tus palabras. Eres bienvenido en este caos de letras.
Un abrazo.
La abrazaría porque no sabía que era ella la autora del desaguisado. Es hija mía y la despescuiticicrespo, como poco (ja,ja)
ResponderEliminarMuy buen relato, María. Cuántas cosas se pueden contar con muy pocas palabras...
Un beso.
Pues yo no sé... jajaja creo que la madre se asustó tanto que temió por la vida de su pequeña, y lo demás le dio igual.
EliminarUn besillo.
Me ha encantado, María, es conciso e intenso. Vaya traviesa estabas hecha, aunque sospecho que puedes haber vivido esa experiencia de otra manera, jeje. Los niños son muy inconscientes y no saben el peligro que corren. Te lo dice uno que de muy peque se tiraba al agua del mar a lo bestia, sin saber nadar ni nada, jaja, volviendo loca a mi madre ; )
ResponderEliminarPues tendrías a tu madre contenta. La verdad es que fue una cosa sin pensar. No me dejan los mecheros pues me escondo detrás de la cortina, ups que se incendia, jajajaja.
EliminarMenos mal que todo fue un susto.
Un besillo.
Como escarpias se me han puesto los vellos de pensar en la situación. Angustiosa es poco, no quisiera verme nunca en ninguna parecida. Imagino que tras el abrazo de la madre, vendría también una regañina, aunque solo fuera para calmar los nervios... Bueno, eso si llega a imaginarse lo que ha pasado, claro. Cuando dicen que los niños tienen un ángel de la guarda, es por algo :))
ResponderEliminarUn micro estupendo, María, me ha gustado mucho.
¡Besillos de miércoles!
Pues la verdad es que como madre yo tampoco.
EliminarEl ángel de esta peque debía de estar muyy ocupado.
Un besillo.
Jajajajaja tenemos la piromanía en común Maricucha. Yo prendí mi colchón. Jugaba y se me cayó un juguete debajo de mi cama y como estaba oscuro traje una vela prendida y me metí bajo la cama. Ya te imaginas que pasó.
ResponderEliminarEn mi caso, luego del abrazo,también sin pronóstico , hubo una buena tunda. Jajajajaja.
Me lo hiciste recordar con tu hermoso y travieso relato. Que nostalgia. Un besote.
Jajajaja, madre mía la inconsciencia de los niños. No encontramos el peligro en ninguna parte.
EliminarUn besillo compi pirómana.
Uff,qué miedo! Muy real. Un besito
ResponderEliminarMuchas gracias. Eso quiere decir que lo describí bien.
EliminarUn besillo.
Me has hecho sufrir con las primeras cuatro líneas, y he suspirado aliviado con el final... ¡Ay, María! ¡Qué buen micro!
ResponderEliminarY es que importa mucho más que salgan sanos y a salvo, nuestros pequeños, que las trastadas que puedan ocasionar.
Eso sí, ya me imagino lo que pasó tras ese abrazo.
Muy bueno, compañera.
¡Abrazo, Hermana de Letras! ;)
Pues la verdad es que en la realidad no recuerdo ninguna regañina, por lo menos no a mí, pero mis abuelos si le cantaron las cuarenta a mi madre, la pobre.
EliminarUn besillo Hermano de Letras.
Muy lindo relato. Me gusta cómo la niña parece temerle más a la madre que al fuego, aunque debo confesar que también es algo perturbador.
ResponderEliminar¡Saludos!
Si puede ser perturbador. pero ya sabemos que una madre con una zapatilla en la mano es lo más temible, jejeje.
EliminarUn besillo.