La mañana se presentaba difícil,
Isabel llamaba puerta tras puerta, y todas le cerraban en las narices. Pateaba
las calles de sol a sol y siempre con una sonrisa en la boca. Siempre con una
palabra amable, siempre llena de vitalidad y simpatía.
Cuando llegaba a casa…
— Y a
mí que me importa.
—
¿Cómo?
— Ya me
has oído, que no me importa nada.
— Pero
¿quién eres? ¿Un hacker que se ha metido en mi ordenador?
— Peor
aún, estoy aquí aguantando todas esas historias ñoñas que se te ocurren todos
los días. Esos momentos de amor previsibles y esos ratos lacrimógenos que dan
risa en vez de llanto.
— Pues
no me leas.
— Es
imposible, no me queda otra. Tengo que aguantar todas tus palabras, una tras
otra, aburriéndome hasta la saciedad.
— Pues
no entiendo porque, voy a borrar todo esto y voy a seguir escribiendo.
— No sé
cómo alguien lee algo de lo que escribes, de verdad eres soporífero.
El
escritor desconecta la wifi de su casa.
Cuando llegaba a casa su perro…
— ¿En
serio? ¿Un perro? Menudo personaje te has buscado.
— ¿Cómo
es posible?
— No te
vas a librar de mí tan fácilmente.
El
escritor se levanta de la silla y apaga el ordenador. Sale de su casa y va a
una tienda de máquinas de escribir. Un año después no ha vuelto a encender el
ordenador, sigue escribiendo en su máquina tranquila y silenciosa.
Mucho impertinente por la red ¿Qué les costará dejar en paz al que escribe? Lo s que tienen que desconectar son ellos si es que no les gusta.
ResponderEliminarUn relato diferente.
Besos
Pues si, más de uno debería morderse la lengua, pero bueno de vez en cuando viene bien una crítica, que nos haga saltar las alarmas sobre lo que escribimos.
EliminarUn besillo.
Me da a mí que aunque teclee con una máquina de escribir en lugar de con un ordenador, a esta escritora le puede volver a sorprender su critica lectora interior, jugándosela de nuevo, con un metalenguaje que haga patente otra conversación diferente, que traspase los límites de la mente para hacerse patente sobre el papel... o sobre la pantalla.
ResponderEliminarOriginal montaña rusa de palabras.
¡Abrazo, Hermana de Letras... diferentes! ;)
Pues si, mirándolo desde ese punto de vista podría ser. Porque nunca se sabe de donde viene esa voz...
EliminarUn besillo Hermano de Letras.
Un relato que es diferente pero lo principal es seguir escribiendo y no rendirse. Un abrazo
ResponderEliminarClaro que si, que para gustos colores.
EliminarUn besillo.
Ja, ja, qué bueno María. Si es que al final no hay nada como lo clásico. Tanta tecnología y… lo único que hacemos es perder intimidad. Me ha recordado tu relato a una peli que vi hace un tiempo que se llamaba “Open Windows”, ja, ja. Bueno, tampoco vamos a ser tan drásticos, que a fin de cuentas, esto de la red tiene sus ventajas, je
ResponderEliminarBesos
Pues no la he visto, pero ya me has dejado con las ganas. Tendré que ponérmela en pendientes.
EliminarPero si, a veces no hay nada mejor como un folio en blanco y una pluma.
Un besillo.
Una conversación aterradora, sobre todo teniendo en cuenta que desde que se compró la máquina de escribir, no ha vuelto a tenerla.
ResponderEliminarUn beso.
Pues si, la verdad es que me pasa a mí y creo que ni máquina de escribir ni nada. Se acabó el escribir, jejeje.
EliminarUn besillo.