Ya se
acaban las vacaciones y empieza el cole. Y no solo te das cuenta porque los
peques entran al cole, los madrugones, las mochilas y las millones de nuevas
cosas que pronto se volverán a convertir en rutina.
También
acaban las vacaciones porque nos encontramos los blogs de madres y padres
llenos de entradas hablando sobre la vuelta al cole, o el final de las
vacaciones. Los padres y las madres somos así, nos encanta contar los cambios
en nuestras rutinas. Y como no, Escritora Mamá no va a ser menos.
Hace un
par de días me encontré una entrada que me encantó. Se trata de “Verano azul, y rosa” de La parejita de golpe. Me encanta este blog, porque me gusta mucho su
forma de contar las cosas, además eso de que sus peques sean padawanes me
chifla. Os recomiendo una visita.
Pues me
encantó su forma de contar el verano, y después de pedir el permiso oportuno,
decidí copiarlo un poquito y contar nuestro verano tomando su entrada como
referencia.
Este
verano ha sido un verano de sal y arena, de playa y viento. De bañarnos con el
agua como un plato, y saltar las olas al día siguiente cogidas de la mano para
que la resaca no nos diera un susto. De bucear y de gafas de buceo que no han
llegado a servir. Un verano sin manguitos, y de clases sin ellos. Ha sido un
verano de poner o no poner la sombrilla, de vuelos por el paseo marítimo,
mientras papá corre detrás para que no hubiera un desastre mayor.
Un
verano de duchas en la playa, dándole mil veces a ese botoncito que tanto nos
gusta y que nos refresca con un agua más dulce. Un verano de encontrar nuestra
playa, esa que hemos hecho nuestra, y encontrar el sitio que más nos gusta,
donde menos piedras había.
Ha sido
un verano de ir a la playa con los amigos del cole, unos días unos, otros días
otros, pero con todos hemos jugado, rebozado en la arena, saltado las olas y
hemos hecho escapadas al paseo marítimo.
Un verano
de revolcones en el mar, y algún que otro susto que nos ha hecho ser un poco
más cuidadosos. Hemos aprendido el color de las banderas: verde podemos
bañarnos; amarilla, tenemos que tener cuidado; roja, no nos podemos meter en el
agua.
Ha sido
un verano de cazar pokémon con papá por las calles, por la playa o por donde
pilláramos. El verano de la piscina de la tita Liba, de los desfiles y
disfraces en la casa de la tita Isa, y de la aventura de dormir en la casa de
los primos. De la primera paella en el chiringuito con los abuelos yayos. De
pedirle folios al abuelo Jesús hasta la saciedad para colorear y colorear. De
ponernos los vestidos de la abuela Silvia y de enamorarnos de Egipto.
Hemos
aprendido que los coches también se paran en cualquier sitio y no quieren
seguir andando, que los electrodomésticos no duran para siempre, y que las
cosas nunca se rompen solas.
Hemos
ido en busca y captura de zapatos de gitana, y encontrarlos en el primer sitio
donde los habíamos visto, donde la tita Isa nos los regaló.
Ha sido
un verano de andar descalzas, de usar las chanclas simplemente para salir de
casa, pero quitárnoslas nada más entrar. De zapatos brillantes que forman arcoíris
con la luz del sol, y de que los pies crecen muy rápido.
Ha sido
un verano de cumpleaños de viento, de Lady Bug, de mariquitas, de piedras
pintadas y máscaras de súper héroes.
Un
verano de descubrir que la abuela Esperanza además de tener
alas, por ser un
ángel, tiene rayos equis que la dejan vernos a través de las paredes. Que
cuando las bisis se ponen malas hay que estar tiempo con ellas para que se
mejoren pronto.
Descubrir
también que no siempre los planes salen como pensábamos, y no siempre se puede
ir a un hotel de vacaciones. Pero que también es divertido pasar tiempo en
casa.
Un
verano en el que nos hemos dado cuenta de que las vacunas duelen más de lo que
recordábamos, pero que somos muy fuertes porque nos la ponemos casi sin llorar.
Un
verano de pasar más tiempo con papi del que tenemos normalmente, porque él
tiene que trabajar.
Un
verano de helados de chocolate, de vestidos y toallas de princesas, de paseos,
de gusanitos, de agua fría para quitarnos la sed, de tablas de surf, de
tapitas, de ratos de pelis con papá, de “mírame mamá”, de espectáculos, de
pintalabios rojos, de canciones del verano, de danzas africanas, y de mil cosas
más que hemos hecho.
Hemos
descubierto que tenemos una mamá famosa porque sale en el periódico, y hemos
ido a las presentaciones de su libro, orgullosas porque ella lo ha escrito y
está en las librerías. Ha sido un verano de miles de lecturas, unas repetidas y
otras nuevas.
Y así
se ha pasado el verano, tan rápido que otra vez empezamos el cole, esta vez con
una nueva aventura, nuevos amigos, nuevas historias y nuevas cosas que
aprender. Preparándonos de nuevo para el verano que viene.
Un verano muy activo y provechoso. Tus niñas tienen que estar agotadas de tanto como han hecho y aprendido. Casi me he agotado yo leyéndote. Ja, ja.
ResponderEliminarUn beso.
Pues si, un poco agotadas están, pero aún les queda cuerda para rato. Ellas están hechas de otra pasta. Los adultos nos agotamos más.
EliminarUn besillo.
Un verano, en definitiva, repleto de múltiples experiencias que solo valoramos en su medida cuando decidimos recordarlas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues si, a veces no sabemos lo que tenemos hasta que no nos planteamos lo que estamos viviendo.
EliminarUn besillo.
Un verano muy activo y provechoso. De Juegos y olas, de arana y viento, de vistas a la familia y de paellas. Y ahora al cole eso es lo que tiene tener niñas pequeñas. Mi verano ha sido de trabajo, sudor y alguna lágrima.También ha sido de paseo,relax en la playa. De aguas mansas donde no había olas y de alguna cenita con amigos y caminatas. Un abrazo Maria
ResponderEliminarPues si, alguna mar salada se ha paseado por mi verano, y no ha sido por el mar. Pero ha habido más olas que otra cosa.
EliminarEspero que tus lágrimas hayan sanado ya.
Un besillo.