No lo
encuentro por ninguna parte y solo me queda una hora. Voy a ducharme. Me pongo
a pensar en qué momento lo tuve por última vez, cual fue ese preciso instante
que desapareció para no verlo más. Pero no consigo ubicar el momento exacto.
Salgo
de la ducha y miro por los rincones del cuarto de baño, por si la última vez
fue allí. Nada, y encima lo estoy poniendo todo empapado. Me pongo el albornoz
y me voy al salón, es posible que se haya metido entre los cojines del sofá, o
detrás del televisor de aquella vez que lo pusimos para divertirnos un poco.
No hay
manera, no lo encuentro. Me voy a mi dormitorio y mientras me echo la crema
busco con la mirada a mi alrededor. No lo veo. Cierro los ojos por si alguna
fuerza mística lo atrae mientras termino de extenderme la crema por mis
piernas. Al abrirlos todo sigue igual, en el mismo sitio. A lo mejor se coló en
el canapé la última vez. Levanto la cama, y lo único que veo es cajas muy bien
ordenadas. Meto las manos entre los recovecos, pero nada, tampoco está ahí.
Me
empiezo a desesperar, lo necesito esta noche, lo tengo que encontrar antes de
que llegue. Llevo semanas sin tenerlo y de hoy no puede pasar que lo encuentre.
Me pongo el conjunto de encaje que me había comparado para la ocasión, y me
miro en el espejo. Me gusta más que cuando lo compré.
Recuerdo
que lo pude haber dejado en la cocina. Miro debajo de la mesa, en los armarios,
en los cajones,…
— ¿Qué
ha pasado aquí?
Su voz
me pilla de sorpresa y doy un grito. Estoy aún sin vestir y ya está aquí.
Llegaremos tarde al restaurante. Quería que saliera perfecto en nuestro séptimo
aniversario.
— Lo
siento, me visto en un santiamén.
— No me
refiero a eso. Parece que han entrado a robar.
Me
detengo un poco a mirar la casa y me doy cuenta del desastre que había montado,
los cojines del sofá y las sábanas por el suelo, cajones abiertos, luces encendidas,…
— Yo…
estaba buscando… Bueno, me visto en un minuto.
Se
acerca a mí con mirada lasciva, mirando aquel conjunto que hubiera preferido
que fuera la última sorpresa de la noche.
Sus manos
rodean mi cintura y me atrae hacia él. Un cosquilleo me recorre el cuerpo. ¡Ahí
estaba! ¡Por fin lo había encontrado! ¡Estaba en sus manos! Qué tonta había
sido en buscarlo en otros sitios.
Beso
sus labios y el deseo vuelve a mí como si nunca se hubiera ido.
— ¿Y si
cenamos en casa?
— Me
parece una idea estupenda.
Con el deseo ocurre como con las gafas: Las tienes puestas en la cabeza mientras las buscas desesperada por otros lugares insospechados.
ResponderEliminarUn relato con puntito de humor y ansiedad.
Besos
PUes si a veces es mejor no buscar las cosas, porque llegan solas.
EliminarUn besillo.
Muy bueno sobre todo al final , lo que buscaba para esa noche era el deseo.Jajajaja se parece a mi yo lo busco desde que me apareció la menopausia. Un abrazo
ResponderEliminarAy que rollo. Bueno pues espero que te libres un poco de ella y te dee un poquito de tregua para encontrar el deseo.
EliminarUn besillo.
Oh... qué bonito!!
ResponderEliminarSi es que hay cosas que aunque se busquen... solo son traídas por las manos adecuadas.
Me encantó, María.
Besos enormes!!!
Pues si, esas manos eran las únicas que le traerían el ansiado deseo.
EliminarUn besillo.
Un relato genial. Divertido al principio, bonito y sexy al final.
ResponderEliminarUn saludo, María :)
Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Desde el principio sabía que lo que buscaba era el deseo, no es merito mío, es el título del relato, si llega a ser otro, te lo aseguro, hubiera pensado que buscaba un vibrador... jajaja.
ResponderEliminar¡Muy bueno, María! Gran juego literario, con humor y un mensaje descarado y veraz.
¡Abrazo, Hermana de Letras!
Jajajaja me has hecho reír, bueno con un vibrador también hubiera tenido el mismo resultado, aunque es verdad que mejor son las manos.
EliminarUn besillo Hermano de Letras.
Muy buen relato María. Era lo que menos me hubiera imaginado. Debe de ser deformación viciosa, pero ¡¡creí que era un libro!!.
ResponderEliminarUn beso.
Jajaja pues si, está claro que es importante la perspectiva del lector. Para un mismo texto podemos tener distintos finales.
EliminarUn besillo.
Cuando yo pierdo algo, no me acaloro, y mi marido se pone de los nervios cuando le digo "no te preocupes, ya aparecera en cuanto dejemos de buscarlo" y aparece, y yo le hago burla. jajajaja Saludos.
ResponderEliminarJijiji suele pasar, y es que cuando menos buscas las cosas, más las encuentras.
EliminarUn abrazo y bienvenida.
Yo creía que buscaba su anillo de casada y que le había sido infiel!!! Jajajaja que mente tan retorcida!!
ResponderEliminarJijijiji cada uno su interpretación, para eso está, es como Dumbledore, jijii.
EliminarMe estaba imaginando una de tantas situaciones en las que buscas eso que no encuentras y cuando lo necesitas para yá. Ja, ja, buenísimo. Te aseguro que, en todo momento pensé en algo material. Ese giro al deseo (a mí, personalmente, el título no me ayudó a descubrir el final) es espectacular. Además, el mensaje que se nos muestra sobre aquello que muchas veces se busca lejos cuando más cerca se tiene, es un epílogo perfecto. Enhorabuena María, te ha salido redondo, de verdad.
ResponderEliminarBesos
Pues me alegra haberte despistado, porque la verdad es que no sabría si podría hacerlo, y era uno de mis objetivos al escribirlo.
EliminarUn placer que te haya gustado.
Un besillo.