Ramón y
Ramona eran una pareja felizmente casada. Él trabajaba en la calle y ella se
había abierto una página web donde vendía sus diseños desde casa. No tenían
hijos, pero nunca los habían buscado. A ellos les gustaba vivir así,
simplemente para ellos y para su amor.
Se iban
de viaje cada vez que podían y gastaban todos sus ahorros en disfrutar juntos.
Ramón
era un hombre bastante celoso, y cuando su mujer comenzó con su página web, la
cabeza de Ramón se convirtió en un hervidero de historias, a cual más
disparatada. En todas ellas se imaginaba a su mujer teniendo aventuras con
todas las personas que le hacían sus pedidos, fueran hombres o mujeres. A él
eso le daba igual.
La
acosaba con preguntas infantiles como “¿Me quieres? ¿Me querrás siempre? ¿Nunca
me vas a dejar?” Ramona contestaba pacientemente a todas sus preguntas y le
quitaba de la cabeza todas esas ideas absurdas que él le comentaba en la cama a
oscuras, cuando ella no podía ver su cara roja de la vergüenza por aquellas
confesiones.
El
tiempo pasaba y Ramón estaba cada vez más paranoico. Se había vuelto un ser
introvertido, no quedaba con sus amigos para nada, y siempre volvía a casa
después del trabajo. Por las noches, mientras Ramona dormía, el revisaba el
historial de sus dos ordenadores, y registraba todas las conversaciones que su
mujer mantenía por mensajes.
Se
pasaba las noches en vela, y casi prefería encontrarse algo que le hiciera
reafirmar sus sospechas, porque aquella incertidumbre lo estaba matando.
Un día
al llegar a casa Ramón se encontró con una nota que decía:
Me voy, ya no aguanto más a tu lado de esta manera.
Necesito un tiempo alejada de ti y de tus pesquisas. Te has convertido en un
ser completamente diferente, que apenas conozco, y no me apetece conocer. Si
puedes estar un mes sin saber de mí, sin buscarme, volveré a tu lado y empezaré
de nuevo una vida junto a ti.
Te quiero.
Ramona
Ramón
pasó más de una semana encerrado en
casa, casi sin comer, llamando al trabajo para decir que se encontraba enfermo.
Una mañana se levantó con una tormenta en su ventana, y se acordó de aquellas
tardes de lluvia que se acurrucaba junto a Ramona en su cama sin salir en todo
el día, y aquello le hizo sonreír. Se duchó, se vistió y se fue a trabajar bajo
la lluvia.
Pasaron
los días, y a su cabeza solo le llegaban recuerdos de su vida junto a su mujer,
las sonrisas llegaban sin esperarlas, así que pronto volvió a ser el de antes.
Quedó con sus amigos un par de veces y hablando con ellos terminó de darse
cuenta de que los celos lo habían cegado.
Un día
antes de que acabara el mes recibió un mensaje de Ramona. Solo ponía la el
número de la habitación de un hotel y las 9 de la noche.
Ramón
se entusiasmó, fue a comprarle un regalo, y se decidió por un libro antiguo de
una pequeña tienda que a ella le encantaba. A las nueve menos diez ya estaba en
la recepción del hotel, esperando a que se hiciera la hora para subir.
Cuando
la puerta de la habitación se abrió, Ramón se quedó con la boca abierta al ver
a su mujer. Traje de noche negro, zapatos de aguja, se había cambiado el color
del pelo, y se notaba que había ido a la peluquería a peinarse y maquillarse.
— ¡Qué
guapa estás! ¿Es que vamos a alguna parte?
— No,
esto es solo para ti.
La
puerta se cerró detrás de Ramón, y lo que pasó dentro del dormitorio solo lo
saben ellos. Lo que sí puedo decir, es que la pareja vivió feliz muchos años
juntos, hasta que… pero bueno eso es otra historia.
Una historia como muchas otras de celos. Cuando una persona es celosa se vuelve como el protagonista y su mujer queda harta de esa situación. En mis alrededores viví una historia de celos y yo lo tengo recogido en unos folios. Es una historia que la escribí en mis noches insomnio y tiene que ver con familiares cercanos. Espero que algún día lo pase a ordenador y sea un próximo libro largo. Un abrazo
ResponderEliminarEspero leer alguna vez esa historia. Seguro que lo has relatado estupendamente.
EliminarUn besillo.
Me alegro mucho de que el final de tu historia sea feliz, María. Por un momento me temí lo peor, quizás influenciada por las terribles noticias de estos días en los telediarios. A veces el celoso puede recapacitar, comprender y enmendarse, como en este caso. Quizás le cueste, pero ahora que entiende lo que puede llegar a perder para siempre, se esforzará.
ResponderEliminarMuy buena historia, me ha gustado mucho :))
Besillos de jueves.
Las inseguridades en uno mismo hace que salgan los celos a relucir, con todas las consecuencias que ello conlleva.
EliminarUn besillo.
Jajaja María, me he reído mucho con los nombres. La historia me ha encantado, y al igual que Julia, opino que menos mal el Ramón recapacita al darse cuenta de lo que puede perder. Te ha quedado muy bien ; )
ResponderEliminarMuchas gracias. La verdad es que lo mejor de la historia es que el se da cuenta de como se ha comportado. Pero hay muchas personas que no lo hacen.
EliminarUn besillo.
Podrías haber terminado el relato con lo de "y colorín colorado, este cuento no se ha terminado" o "fueron felices y comieron perdices", pues como despide un agradable aroma literario a cuento y todos los cuentos tiene un final feliz.
ResponderEliminarUn cuento para adultos que me ha hecho pasar un rato muy agradable por lo bien contado y por la intriga de saber si Ramón recibiría su merecido o se "rehabilitaría".
Un abrazo.
Jijiji, al final volvió a su cauce, pero nunca se sabe los celos siempre pueden volver a atacar.
EliminarUn besillo.
Los celos son un tremendo problema, para el que los padece y para la persona que es objeto de ello. Creo que es denominado común en las personas celosas algo que has dicho en el texto: que prefieren encontrar una 'pista' que confirme sus inventadas sospechas, a padecer la insufrible incertidumbre.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, María.
Un beso
Si, es mejor encontrar aunque te haga más infeliz, que no encontrar nunca.
EliminarUn besillo.
Los celos son algo terrible porque encima, no se pueden evitar. Este caso que nos relatas tan bien, terminó felizmente, pero cuántas parejas se han destrozado por culpa de los celos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues si, la verdad es que muchas han caido en esa pequeña trampa que nos pone nuestras propias inseguridades.
EliminarUn besillo.
Simpático relato con final feliz. Como dice un tema de Passenger que me gusta mucho, "Sólo sabes que la quieres cuando la dejas marchar" El amor nos somete a muchas pruebas. Los celos es una de las difíciles de superar. Suerte que los dos de tu relato pudieron hacerlo
ResponderEliminarMuchos besos
¡Ay! Los celos que malos son, nublan y hacen que se cometan muchas faltas. Por suerte Ramona supo como actuar y él recapacitó a tiempo.
ResponderEliminarMuy bueno María, :)
Besos.
Los celos pueden nublarnos, si. Y perder cosas, relaciones y amistades que teníamos. Es importante tenerlos controlados, o no tenerlos, jejeje. Eso sería lo mejor.
EliminarUn besillo.