Se han
acabado las vacaciones y hoy empiezo el cole. Me he levantado con muchas ganas
porque ya estoy en el cole de mayores. Empiezo primaria y ya las cosas se ponen
serias, o eso me ha dicho mi mamá.
Me
estoy vistiendo solo, ya soy mayor y soy súper rápido, mucho más que Superman.
Pero para mi madre no parece suficiente porque no para de repetirme que me dé
prisa.
Salimos
por la puerta, yo con mi mochila, y ella con miles de cosas en las manos.
Siempre tiene las manos ocupadas. Le digo que la ayudo e intento quitarle una
de las carpetas que lleva, pero todo se le cae al suelo. Ella suspira y se pone
a recoger, yo la ayudo. Es un poco torpe mi mamá, pero aun así yo la quiero.
Antes
de ir al cole me ha dicho que nos pasaremos por la panadería para comprar el
pan. La señora Rosa ya no está, la vendió y lleva todo el verano con un cartel
que pone “Cerrado por reformas”. Lo sé porque ya sé leer.
Hoy es
el primer día que abre, y nadie del barrio se lo quiere perder. Todos están
aquí. Yo me alejo de mi madre para saludar a Lucía, una niña de mi clase a la
que no he visto en todo el verano.
Pero
cuando llego hasta ella, ni me ve. Le tiro de la manga de la camisa y ella ni
caso. Está mirando algo con mucho interés, así que miro donde mira ella. Al
principio no veo nada porque delante de mí está el señor del quinto, que es un
hombre con un culo muy gordo. Mi madre me dice que eso no se dice, pero ¿cómo
se dice entonces que un hombre tiene el culo muy gordo? Se lo pregunté y no me
contestó.
Por fin
el hombre se ha ido, y miro en la misma dirección que Lucía. En la puerta medio
abierta que da a la parte de atrás de la tienda se puede ver un caldero, uno de
esos antiguos que me recuerdan a los cuentos de brujas que me cuenta mi padre. Aunque
lo más raro es que dentro del caldero una cuchara se mueve sola y de la olla
sale un humo morado.
— Se
mueve sola. — Le digo a Lucía, aunque sé que ella ya lo sabe.
— Pero
mira. — Me dice ella sin apartar la vista de la puerta. — A veces salen
burbujas con caras dentro.
Se lo
está inventando, pienso, pero rápidamente vuelvo a mirar hacia la olla.
— ¡Mira
es la cara de tu madre!
Arrugo
los ojos, porque así se ve mejor, lo he visto en las películas, y distingo cómo
sale del caldero una burbuja rosa con la cara de mi madre dentro. Me tapo la
boca para no gritar.
— Son
brujas Marcos. Mira su cara.
Me
acerco al mostrador y me pongo de puntillas, observo a la mujer que ahora mismo
está atendiendo a mi madre. No parece que tenga nada diferente de cualquier
otra mujer. Un momento, parece que tiene una verruga en el lado derecho de la
barbilla. ¿Será una bruja?
— Lucía,
no creo que por una verruga en la barbilla sea una bruja, muchas personas las
tienen.
— Mira
por debajo del mostrador.
Lucía
seguía sin apartar la vista del caldero, y yo me puse a cuatro patas para ver
de qué me hablaba mi amiga. Detrás del mostrador pude ver unos zapatos negros
acabados en punta, como los de cualquier bruja de cuento de hadas. Las medias
eran de colorines.
Me puse
de pie de un salto, estaba empezando a asustarme. Brujas en la panadería.
— Adiós
Marcos nos vemos en el cole.
Lucía
se iba mientras yo le saludaba con la mano sin mirarla. Estaba leyendo los
carteles que había por toda la tienda. “Recetas de la abuela” “Tenemos las
magdalenas que te harán suspirar de amor” “El pan que quita las penas”…
Mi
madre me agarró de la mano y me sacó de la tienda a la fuerza.
—
¡Vamos Marcos! Qué ya llegamos tarde. Qué mujer más apañada. Tiene un montón de
cosas muy ricas. Esta tarde vendremos a por la merienda. No creo que echemos de
menos a la Señora Rosa. Lucinda le ha dado un toque moderno con recetas
antiguas.
— Mamá
creo que esa señora es una bruja.
Yo se
lo cuento todo a mi madre, con ella no tengo secretos. Tiene que saberlo.
— ¡Anda
Marcos que imaginación tienes!
Mi
madre se echó a reír, yo la dejé, y pensé que con Lucía averiguaría la verdad.
Muchas veces no creemos a los niños porque son demasiado fantasiosos. Pero a veces tienen razón. ¿Será ésta una de esas ocasiones?
ResponderEliminarUn relato muy ameno. Supongo que se lo leerás a tus hijas. Seguro que les encanta.
Un beso.
Puede ser, hay que darle credibilidad a los niños, porque a veces no creemos sus palabras y son más veraces de lo que creemos.
EliminarUn besillo.
Felicidades, María, me parece muy genuino tu relato: el hecho de que ocurra en una panadería me parece el colmo de la ternura, a mí me gusta mucho esa palabra "panadería" porque me recuerda lo contenta que me ponía al ir con mi mamá, era una fiesta de colores y aromas de vainilla, fresas y nueces para mi espíritu. Y siempre pedía un panqué de "chochitos de mil colores". El detalle de la verruga... original, original! Bravo!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. La verdad es que las panaderías tienen un algo, un no sé que...
EliminarUn besillo.
Eres una experta en ecribrir desde la voz de un niño, te sale genial, con una naturalidad envidiable.Ya he dicho otra vez que no es nada fácil esta literatura, por lo que tiene mucho mérito. El relato es muy divertido, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos
Será que tengo una niña interior que está deseando salir y no sabe como, jejejeje.
EliminarUn besillo.
Brujas panaderas, y es que el pan siempre ha sido algo mágico, sobre todo recién hecho.
ResponderEliminaresas burbujas con cara me han dejado desconcertado, hay que ser muy bruja para escribir como tú.¡Eso sí! Bruja buena.
Besos
Jijijiji por supuesto una bruja buena, ¿o no? jejejeje.
EliminarUn besillo.
El tono del narrador niño lo has clavado. Me lo he creído. La historia es deliciosa, consigue plasmar esa doble lectura que puede hacer un niño mientras espera a que su madre haga cosas de adulta. Fantástico!... Ah! De hecho leyendo los carteles de la tienda no creo que fuera muy desencaminado, je,je,je
ResponderEliminarMuchas gracias. La verdad es que no es nada fácil ponerse en la piel de un niño. Ellos tienen una visión muy especial de las cosas.
EliminarUn besillo.
Me había perdido este relato tan genial. El lenguaje y la lógica del niño los has bordado. Es un relato tierno, imaginativo, intrigante... A mí también, como a Francisco, esas burbujas con caras de madres me han dejado muy mosqueada. Tendré que resolverlo yo sola. Me ha gustado mucho. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn beso.
Ummmm puede ser cualquier cosa, tratándose de brujas... nunca se sabe.
EliminarUn besillo.
María sabes darle al cuento un encanto que en voz de niño te sale de maravilla. Un camino de rosas para un cuento de bruja buena. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias guapa. La verdad es que me encanta escribir para niños, y cada vez me gusta más.
EliminarUn besillo.