Cuelgan
de las cuerdas de la del quinto las braguitas más bonitas del mundo. Por más
que miro, no consigo encontrar donde las compra. Las he buscado por Internet,
he paseado por todas las tiendas de la ciudad, las grandes y las pequeñas.
He ido hasta a pueblos cercanos. He buscado a mi vecina en Google por si es de algún otro sitio y se las trae de allí. Ni rastro. A veces me quedo asomada a la ventana a ver si tengo suerte y se le cae alguna en mi cuerda, pero lo único que ha caído son unos calzoncillos desgastados.
He ido hasta a pueblos cercanos. He buscado a mi vecina en Google por si es de algún otro sitio y se las trae de allí. Ni rastro. A veces me quedo asomada a la ventana a ver si tengo suerte y se le cae alguna en mi cuerda, pero lo único que ha caído son unos calzoncillos desgastados.
Jajaja, qué mala suerte, encima desgastados.
ResponderEliminarMuy bueno, María, ¡un beso!
La verdad es que si, muy mala suerte.
EliminarUn besillo.
Pues no sean vergonzosa y pegúntaselo. Será el único modo de salir de dudas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues s, es mejr preguntar que indagar, aunque, ¿cómo se le pregunta a un vecino donde te compras las bragas?
EliminarJejejeje
Un besillo.
Me fascina tu creatividad y por supuesto tu forma de contarla, felicidades. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias. Me pones colorá, jejeje.
EliminarUn besillo.
jajjajajaja
ResponderEliminarQué arte tienes, María! Besitos muchos!!!!
Muchas gracias.
EliminarMuchos besos.
¿Unos calzoncillos desgastados? Eso es mala señal, algo en la pareja del quinto no funciona. juajua.
ResponderEliminarBesos
Jajajaja pues si, ella con lencería fina, y él con calzoncillos desgastados.
EliminarUn besillo.
Qué maestra Maria, hacer arte de todo lo cotidiano. Qué relato tan fresquito, así como esas braguitas que, anda, ve y pregúntaselo y luego nos cuentas de donde son. Un beso.
ResponderEliminarJijiji si le preguntaré a ver...
EliminarUn besillo.
Qué bueno, María Quieres braguitas azules... toma calzoncillos raídos y decolorados. Transmites de maravilla cómo son los calzoncillos y la frustración de la protagonista.
ResponderEliminarUn beso.
Me alegro de haberlo transmitido, a veces no sé si transmito bien la idea, jejeje.
EliminarUn besillo.
Muy bueno el relato yo lo hice en otro sentido. Un abrazo
ResponderEliminarA ver si lo leo también, jejeje.
EliminarUn besillo.
¡Qué bueno, María! Me ha encantado. Con fino sentido del humor (sí, fino, aunque hables de braguitas y calzoncillos) ironizas sobre esa inconmensurable envidia que corroe a todo hijo de vecino y nos obsesiona hasta el punto de querer tener siempre lo que en otros nos parece brillar, aunque sean unas braguitas. Y lo que yo me pregunto es ¿Qué hacen unas braguitas tan lindas junto a un calzoncillo desgastado?... Siempre hay un roto para un descosido, jua, jua… Aunque bueno, a lo mejor el viejo calzoncillo no cayó de la misma cuerda en la que tomaban el sol las coquetas braguitas
ResponderEliminarUn beso
Jajajaja, nunca se sabe, a lo mejor el hombre prefería ahorrar en su ropa interior para que la mujer se camprara la más bella. A veces no sabemos lo que realmente ocurre dentro de una pareja, podemos elucubrar, pero no tendremos la certeza...
EliminarUn besillo.
Al parecer esos vecinos son tal para cual o, de caso contrario, acabaron siendo dos mundos opuestos: bragas de calidad junto a unos calzoncillos desgastados. Algo va mal en esa relación. Uno está queriendo más que el otro, al parecer. Son cuestiones que uno puede deducir a la rápida jaja
ResponderEliminarMás saludos!
A lo mejor no, nunca se sabe lo que hay dentro de una relación, a lo mejor incluso ella vive sola y le encantan los calzoncillos para estar cómoda en casa... Nunca se sabe.
EliminarUn besillo.