Despierto
como siempre a su lado. La miro, con la sabana tapándole medio cuerpo. Un calor
abrasador y ella tiene esa pequeña manía de taparse, aunque el sudor la empape.
Acaricio esa espalda que tanto me cautiva, solo con la yema de los dedos,
apenas un roce. Un leve movimiento y su vello erizado. Me muerdo el labio
inferior tragándome esa sonrisa traviesa que quiere asomar.
Me
apoyo en el codo y me tumbo de lado. Ella tiene la cabeza mirando hacia el otro
lado, con lo que no puedo verle la cara. No sé si tiene los ojos abiertos o
cerrados, pero el ritmo de su respiración me dice que aún duerme. Aunque no por
mucho rato. Me he propuesto despertarla antes de la hora convenida por el
despertador.
Ahora
mis dedos se acercan a su pelo, un pelo precioso, largo como a mí me gusta en
ella. Esta vez me arriesgo un poco más y entrelazo mis dedos entre sus
cabellos. Acerco mi nariz y lo huelo. Es ella. Su perfume sin aditivos. Me dejo
invadir por cada partícula que entra en mí de ella.
Noto
que su respiración ya no está tan acompasada. Y sé que ya está despierta, a
pesar de que no mueve un músculo. Quiere jugar, pero yo también. Miro la hora y
sé que el tiempo es implacable, nos aplasta con su rapidez.
Bajo la
sábana un poquito más, hasta esa curva que me enloquece. Deslizo mis dedos
hasta llegar al elástico que me impide seguir. Subo esta vez con la palma de mi
mano hasta la nuca. Dejo jugar a mis dedos con ella, y noto que arquea la
espalda. Acerco mi boca hasta el cuello y le soplo, antes de saborear su piel
con mis labios.
Ella se
da la vuelta, y me mira con esos ojos preciosos soñolientos.
—
Buenos días.
—
Buenos días.
Sonríe,
yo sonrío con ella. Le beso los ojos, la nariz, la frente, y llego a sus
labios, acercando los míos, casi rozándolos, ella sonríe, pero no se mueve,
atrayéndome más con su desafío. No puedo resistirme y la beso. Poco a poco,
saboreando cada segundo. Ella agarra mi pelo con fuerza y me atrae hacía su
boca. Ya no puedo más, la pasión nos invade, y las dos nos dejamos llevar por
ese juego del amor que tanto nos gusta.
Cuánta sensualidad destila tu relato, María. Qué bonito juego.
ResponderEliminarUn beso
Muchas gracias, eso pretendía, así que trabajo realizado.
EliminarUn besillo.
Un relato sensual. Cada caricia parece que lo estamos notando, buen relato para el juego del amor. Un abrazo
ResponderEliminarEso me hace feliz, porque quiere decir que está bien escrito, jejeje.
EliminarUn besillo.
Precioso María y tan bonito escrito como todo lo que tu escribes.
ResponderEliminarMuchas gracias, me vas a poner colorá.
EliminarUn besillo.
Tremendamente sensual y sugerente tu relato. En este género, tus creaciones son de una gran elegancia y sutileza. Con unos “Buenos días” como esos, da gusto levantarse, aunque tengas que ir a trabajar. Por cierto, no sé si pretendías jugar a despistarnos con el género de tu personaje, je, je, pero te he pillado en el primer párrafo, cuando has escrito que “me muerdo el labio inferior”… Con esa frase ya me he imaginado por donde iban los tiros, porque un "tío" no diría eso, ja ,jaaa. Ya nos vamos conociendo un poco.
ResponderEliminarBesos
Jijiji, si poco a poco conocemos lo que más nos gusta en nuestros relatos. No te he podido engañar, aunque era una gran pista, la has sabido recoger.
EliminarUn besillo.
Muy bien narrado María, muy sensual, parecen notarse cada una de las caricias.
ResponderEliminarHasta el final no he sido capaz de notar el matiz que tan bien ha detectado Isidoro, no se me hubiera ocurrido nunca pensar que ese "me muerdo el labio inferior" es propio de una mujer.
Un saludo
Bueno, supongo que él lo ha notado, porque n es la primera vez que lo uso en un relato de este estilo.
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
Un besillo.