Podría
decir que hay nubes a mi alrededor, que la lluvia me llena mis sentidos, que la
tristeza me rodea. Pero el sol ha salido como todos los días. Él, que no espera
a nadie. Ese sol traicionero que se levanta para gritarte que estás viva. Y yo
me muero de ganas de gritarle más fuerte que se vaya, que no lo quiero, que
quiero mis nubes, que necesito mi tormenta. Quiero esas gotas de lluvia en el
cristal, quiero tener la excusa perfecta.
Y nada,
por mucho que miro por la ventana, lo único que consigo es que los rayos me
cieguen los ojos. La vida me entra por todos los poros de mi piel, dejándome
más fría que antes, intentando resistirme a ella, a ese sol traidor que me
engaña y que me lleva por caminos que yo no quiero.
Y me
encuentro en ese limbo del que hablan otros, en ese momento justo en el que la
tristeza me corroe las venas, esa nostalgia, esos momentos que no se olvidan. Sin embargo algo en mí no la quiere dentro. Algo en mí se revuelve buscando
esos rayos de sol, arañando las entrañas para poder salir.
Pero no
dejo que salga, esa vida que tanto quiere vivir, ese pedacito de mí que no se
resigna a un final trágico, que lo que quiere es vivir con rayos de sol
inundándola completamente. Vuelvo a la ventana, a esa de revista, a esa
imagen programada, esa en blanco y negro de gotas rodando por el cristal, por
la cara de alguna mujer bella. Y mi frente se pega al cristal, pero no encuentra
gotas, ni fuera ni dentro. El agua salada me ha abandonado, igual que la dulce. La llamo y cierro los ojos tan fuerte que me duelen. Me los restriego, y no
consigo sacar ni una gota.
El sol
sigue mirándome, riéndose de mí, de mi tozudez, sabiendo que él no va a dejarme
ir, que no va a dejar que me venza por unas cuantas gotas de agua. Y pierdo el
pulso, él gana. Vuelta a la vida, vuelta al mundo real. A ese mundo que me
espera, que me abre los brazos, que me atrapa, que no me suelta, que me
necesita, a ese mundo de risas, de llantos, de caricias, de besos, de abrazos,
de problemas que salvar, de metas que lograr. A ese mundo que me espera
con el sol como estandarte.
Qué bueno María. ¿Te puedes creer que ayer pensaba algo parecido? Cada vez que se ha muerto alguien importante en mi familia, a pesar de que casi siempre es en Diciembre y Enero, brilla el sol y siempre me pregunto cómo puede ocurrir eso, cómo es posible que el día esté tan bonito cuando algunos estamos sufriendo tanto. ¿Quiere ese sol brillante recordarnos que la vida sigue? Ayyyyy, me has puesto nostálgica.
ResponderEliminarUn beso y escribes muy bien, ya lo sabes.
Es muy posible que el sol nos traiga el recordatorio de que la vida sigue. La Naturaleza es muy sabia.
EliminarUn besillo.
Muchas veces he sentido esa contradicción; esa paradoja que ocurre cuando parece que la fina línea que une nuestro interior con lo que nos rodea se quiebra. A mí me ocurre que si estoy triste, esa ruptura aún acentúa más mi sensación de soledad, hasta que precisamente ese pedacito que no se resigna, puede que guiado por la sabia naturaleza, decide seguir, un día más. Un besito!
ResponderEliminarBonitas palabras en mi Rinconcito.
EliminarMuchas gracias Eva por tus experiencias tan bien contadas.
Un besillo.
Yo elijo el camino del sol, el de la luz; aunque a veces necesite un rincón oscuro como mis sentimientos doloridos.
ResponderEliminarEsos días lo mejor es darle las gracias y respirar sus rayos que tonifican que alegran y te impulsan a salir a la calle y de tus oscuros lugares solo de tránsito.
Un beso
Preciosas palabras, me encanta que dejéis estas reflexiones tan bonitas en mi rinconcito. Gracias por el regalo.
EliminarUn besillo.
Es un regalo el sol y parece que vosotros en el sur tenéis muchos días de sol. Deseáis tener días de nubes y fresquito y el sol es vida, y la vida se mueve con la lluvia por que sin agua no hay vida. es un paradoja pero cuando la naturaleza, lo exige, lo marca, es por que es necesaria para la vida. Si sol , ni agua no habria vida y sin esos elementos no estaríamos en la Tierra. Un abrazo
ResponderEliminarQue conste que no me quejo de mis días de Sol. Por supuesto que los quiero. Estoy muy contenta de vivir donde vivo con tantos días buenos al año.
EliminarEl sol es un regalo.
Un besillo.
Cualquier tristeza, pérdida, dolor me parecen más llevaderos con sol y cielos azules. Si encima, todo es gris y húmedo, la tristeza me anula.
ResponderEliminarUn beso.
El sol es un buen aliciente para sacudirte el polvo de la tristeza. Un besillo
EliminarDía de lluvia, días de sol. Cómo se suele decir, después de llover siempre escampa. Tanto unos como otros son necesarios para que la tierra germine. Cada noche tiene que morir para que nazca un nuevo día. A mí me gusta la lluvia, me gusta ese sol que sale de entre las nubes en los días de tormenta, me gusta cada momento y me gustan tus letras.
ResponderEliminarHermosa prosa poética María
Un beso
Gracias por tus palabras que me han encantado. Una buena continuación a las mías. Gracias por dejarlas en mi Rinconcito.
EliminarUn besillo.
Creo que dentro de todos nosotros, en alguna ocasión, habita esa dualidad de la que habla tu relato. Una mezcla de autocompadecimiento y al mismo tiempo ganas de seguir luchando y salir adelante. Suerte que casi siempre gana la batalle el sol dentro y fuera de nosotros :))
ResponderEliminarUn relato precioso, María.
Besillos de jueves!!
El sol tiene un poder enorme, solo hay que dejarse llevar por el, y no encabezonarnos en ignorarlo.
EliminarUn besillo.
La luz siempre brilla en nosotros, aún existiendo momentos que necesitemos de la oscuridad y la autocompasión, y eso lo hace extraño ¿verdad? Que precisamente necesitemos el retiro y sus sombras para volver a resurgir y ver que el sol nunca dejo de resplandecer.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, :)
Besos!
Pues si, a veces necesitamos de un poco de oscuridad para llegar a la luz.
EliminarUn besillo.