Me levanto
como todos los días, me meto en el agua, ardiendo, como siempre, la piel me
abrasa, y yo acepto ese calor como si fuera parte de mí. Cierro los ojos y dejo
el agua correr por mi cuerpo. Hoy no me da tiempo a lavarme el pelo, y eso me
da rabia, porque me siento como si no me hubiera duchado.
Salgo y
me enfundo en mi albornoz rojo, dos tallas más grandes que yo. Lo huelo, y me
siento en el filo de la bañera a mirar el infinito de las losas de mi cuarto de
baño. Me seco los pies, las piernas, y me lo quito. Aún estoy mojada, pero me
gusta.
Me lavo
los dientes, mirándome en el espejo, fijándome en esas ojeras que no se quitan,
que cada día son más profundas, miro esas primeras arrugas que me han salido.
Esas en los ojos que yo digo que son de reír, y las de mi entrecejo, porque aún
no me he quitado la manía de arrugarlo durante todo el día. Ya es tarde.
Salgo
del baño. Miro la cama, ese bulto debajo del edredón nórdico. Desde la ventana
solo llega la luz de las farolas, y vuelvo a mirar aquel bulto. Se gira, como
sí notara mi presencia observándolo. Abre los ojos me mira y vuelve su mirada
al despertador. Son las cinco y media de la madrugada. Me mira de nuevo y se da
cuenta de que estoy completamente desnuda.
—Ven
aquí.
Me dice
mientras levanta el edredón para que entre en el calor de la cama y de su
cuerpo. Me pego a él, está caliente, y con su abrazo, noto que tengo más frío
del que pensaba. Apoyo mi cabeza en su cuello, y él me besa sobre mi pelo,
húmedo por el vapor de la ducha. Levanto mi cabeza para encontrar el siguiente
regalo de sus labios. Los beso con suavidad mientras él se deja. Pronto me
corresponde y nuestras lenguas se encuentran,
juegan despacio, con tiempo, sin tiempo.
Noto
las yemas de sus dedos recorriendo mi espalda, y mi piel se eriza, y mi espalda
se arquea, al hacerlo, mi cabeza se echa hacia atrás, dejándole mi cuello
dispuesto. Lo aprovecha para besarlo, para morderlo suavemente. Un suspiro se
ahoga en mi boca. Lo aparto, lo miro, le acaricio el pelo. Nuestras miradas se
encuentran y se recrean.
—Feliz
aniversario.
Digo
mientras le sonrío.
—Feliz
aniversario, no dejes nunca de sonreír.
—Ni de
besarte.
Le
beso, le invado su boca, le agarro el pelo con fuerza, me abrazo a él, sintiéndolo,
sintiéndonos, amándonos.
Qué bonito María. A mí este género se me da fatal, es difícil porque la línea que separa lo bonito de lo ordinario es muy fina y tú has sabido hacerlo genial. La escena al salir del baño me ha encantado, es algo que todos hacemos, poner el albornoz, mirar las baldosas, secar las piernas...está genial.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias. No te creas, a mí me cuesta lo mío. De hecho nunca sé si me he pasado o me he quedado corta, jeje. Pero si no ensayo, no podré hacerlo nunca.
EliminarUn besillo.
Muy bueno maria, has narrado lo justo para que guste a todos y no sea ordinario. Es un genero difícil de manejar, yo a veces me paso. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, la medida justa es difícil de conseguir.
EliminarUn besillo.
Que sexy Maria! También tenías este registro escondido y te va muy bien. El amor cotidiano profesado por una pareja que se ama escrito de forma tan sublime enternece a cualquiera. Muy bonito. Un beso.
ResponderEliminarPoco a poco voy adentrándome en otros mundos que no sean mi comodidad.
EliminarEs la única forma de aprender.
Un besillo.
Buenísimo. Efectivamente, como dicen en el resto de comentarios, es un género difícil y, cuanto más erótico (por decirlo así) quieres hacerlo, más peligro corres de caer en lo ordinario. Tú te has quedado en un erotismo suave y lo has bordado. Un ensayo perfecto, desde el principio en el baño (esa parte es genial) hasta el final, sin hipérboles ni demasiado empalagoso. Además has elegido de forma genial el momento de la narración.
ResponderEliminarTe felicito, me ha gustado mucho
Por cierto, que también observo que has cambiado la estética del blog y la foto del perfil. En mi opinión, le has dado un toque más elegante, más sofisticado, sin perder la frescura que ya tenía. Me gusta. Estás evolucionando muy rápido compañera
Besos
Muchas gracias por todas tus palabras. La verdad es que no me gusta leer textos recargados de adjetivos que al final no sirven de nada.
EliminarVeremos a ver cuando se me ocurra escribir una novela. Ni diez páginas le doy, jejeje.
Y con respecto al diseño de mi página, quería darle una visión un poco más seria, tanto colorido ya no me gustaba. Como tú dices, algo más elegante. Y por lo que dices, lo estoy consiguiendo. Gracias.
Un besillo.
No sé por qué al principio pensé que sería un relato triste, que tu protagonista tenía alguna pena. Por eso me ha gustado tanto el rumbo que han tomado luego las cosas. Muy sensual, muy reconfortante, muy cálido el ambiente que has recreado para esta pareja de aniversario. ¡Me ha gustado mucho!
ResponderEliminarUn besillo de madrugada.
Muchas gracias Julia.
EliminarLa verdad es que tiendo a hacer relatos tristes, no sé porqué, pero me resultan muy fáciles.
Me alegro de que este te haya gustado.
Un besillo.
Precioso María. Me ha encantado! Creo que has usado las palabras precisas para describir esa intimidad de madrugada. Un besito
ResponderEliminarMuchas gracias. A veces es difícil encontrar esas palabras. Me alegro de haberlas encontrado para ti.
EliminarUn besillo.
Qué bonito María,esa cotidianeidad.
ResponderEliminarLa mejor manera de celebrar muchísimos años juntos, :)
Besos.
Si es la mejor de las maneras.
EliminarUn besillo.