Me vine
a Bruselas nada más acabar el máster. Recibí una beca para trabajar en el
cambio climático. Era el año 2016, y a pesar de las alertas, se hacía caso
omiso a las sugerencias y advertencias de los científicos.
Ahora,
ocho años después, el cambio climático es una realidad. Hoy empieza el
invierno, y dentro de poco será Navidad. Aquí tenemos que ir con ropa térmica
hasta dentro de las casas, porque ya la calefacción no es suficiente. Ayer
estuve hablando con mi hermana que vive en mi ciudad natal en el sur de España.
La veía a través de mi ordenador en bañador, mientras las gotas de sudor
bañaban su cara.
Después
del trabajo voy a coger un avión para pasar la Navidad con mi familia. Llevo
ocho años sin verlos en persona y ya tengo ganas. Además quiero ver con mis propios ojos como en pleno
invierno las temperaturas no bajan de 40 grados.
Cuando
éramos pequeñas, fantaseábamos con la idea de comernos las uvas en la playa.
Nos encantaba, siempre aprovechábamos todos los días buenos de sol del invierno
para bajarnos un ratito, y en verano éramos las primeras que nos metíamos en el
agua. Ahora no iba a hacer falta esperar hasta el verano. Mi familia y todos
los que podían, se pasaban el día bañándose en las cálidas aguas del
mediterráneo. Y digo cálidas, porque se habían convertido en sopa, como
nosotras llamábamos a esos días fuertes de calor en los que no corría una
chispa de aire.
Cuando
salgo del aeropuerto, un golpe de aire caliente me golpea en la cara. La camisa
finita que llevo se me pega al cuerpo, que empieza a sudar en cuanto ando tres pasos. Intento respirar,
pero más bien boqueo como un pez salido del agua. No estoy acostumbrada a este
calor.
Mi
hermana me divisa entre tantos pasajeros y corre hacia mí para darme un gran
abrazo. Corre, y no sé cómo puede, yo ya estoy cansada con los dos pasos que he
andado. Nos damos un gran abrazo, ella con la piel tostada, y yo más blanquita,
parecemos un café con leche.
-
Pareces una guiri hermana. Vamos, que en un par de día habrás cogido color.
- No sé
cómo podéis vivir así.
- Y yo
no sé cómo puedes vivir con ese frío invernal.
- Es
invierno hermanita. Lo normal es que haga frío.
- Sí,
pero en verano también tenéis frío, así que bienvenida al paraíso.
Las dos nos echamos a reír. Mi
hermana me coge la maleta y nos dirigimos a su coche. Yo la sigo como puedo.
Los
días que siguen me los paso con la familia en la playa, casi no la abandonamos.
La arena está cubierta de pequeñas casetillas hechas de madera, donde todos los
que no están en el agua se refugian del sol.
Pasan
los días y llega Nochevieja. Mi padre trajina en la cocina, mientras mi madre
le hace de pinche. Mi hermana y yo revoloteamos alrededor picando lo que podemos
robar como cuando éramos pequeñas.
Esta
noche se reúne toda la familia, mis tíos, mis primos, la abuela que aún sigue
con nosotros, a pesar de no oír bien y de que sus pequeñas piernas ya no son lo
que eran. Qué yo esté aquí es todo un acontecimiento, y yo la verdad es que
estoy tan a gusto rodeada de toda mi familia que no me quejo. Después de pasar
tanto tiempo alejada de ellos, lo único que quiero es disfrutar de su compañía.
Todo me recuerda a mi infancia, todo menos este calor insoportable al que no me
termino de acostumbrar.
Ya son las
23:30 de la noche. Estamos preparando las uvas en una de esas casetas de la
playa. Todos nos poníamos nerviosos en estos momentos, y hoy no va a ser menos.
Colocamos
las uvas en unos vasitos, doce en cada uno, y nos metemos en el agua. Está
abarrotada, no cabe ni un alfiler. Llegan las doce y con la media noche, los
fuegos artificiales, uno por cada campanada. Todos nos embutimos las uvas entre
risas en la boca. A algunos niños se les caen, con lo que podemos ver un montón
de uvas flotando por el mar.
Acabamos
las uvas y voy a abrazar a mi hermana.
-
Hermanita, ya hemos cumplido nuestro sueño.
- Sí,
pero, ¿a qué precio?
Las dos
nos sonreímos, una sonrisa triste y a la vez contenta. Estamos juntas y hemos
cumplido nuestro sueño, pero sabemos que esto es el principio del fin.
Qué gran realidad, a mí me da pánico, estamos dejando a nuestros hijos un deshecho de planeta.
ResponderEliminarHace unos años dio una charla Al Gore aquí en Gijón y daba terror todo lo que pronosticó.
Hay que luchar contra esto y educar a nuestros hijos para que sigan con la lucha.
Besos y me ha gustado mucho la historia.
La verdad es que si, pero mientras lo grande sigan autoengañándose e intentando engañar a los demás, creo que no llegamos a ninguna parte.
EliminarUn besillo.
Por cierto, no me había fijado en que la foto del periódico era con tu relato, enhorabuena, es que vivo en mi mundo,jejejeje.
EliminarEstá un poco mal hecha, pero es que soy un poco mala con los montajes de fotografía, jejeje. Pero yo lo intento.
EliminarUn besillo.
Es parte del cambio climático que tenemos. Este año apenas ha hecho invierno en el norte. ¿Como es el Almeria? porque aquí este año solo hemos tenido de 5º a 6º y ha llovido poco en Enero. El día de hoy está lloviendo y ha nevado en los altos hace mal tiempo, durará dos día. Dentro de poco subirá la temperatura de nuevo. Un abrazo
ResponderEliminarYo no sé si alguna vez hemos bajado de los 8º, aquí el invierno no ha existido apenas. Vivimos en una primavera constante. Nos ponemos los chaquetones a veces porque toca, pero pasamos calor. Y la lluvía ni la hemos visto.
EliminarAsí que no hay cambio climático, eso es una burda mentira...
En fin...
Un besillo.
Una triste realidad la que llama a nuestra puerta. ¡Que bonito pasear por la ciudad en invierno como si fuera primavera! Pero cuando llegue el verano, la sequía y el calor nos pasarán factura. Y seguimos sin querer enterarnos.
ResponderEliminarNo tenemos remedio.
Besos
Eso parece, aunque no te creas, que pasear lo que se dice pasear con el viento que hace aquí, día si y día también, no apetece mucho.
EliminarPero bueno, como decía antes, eso del cambio climático parece que no es real, eso se lo decimos a los almendros en flor en enero...
Un besillo.
Me ha gustado mucho María! Enhorabuena por haber quedado finalista, sin duda el relato –y la autora ; )–se lo merecía. Lo del cambio climático es una realidad alarmante, que debería hacernos mirar hacia delante con mayor diligencia que nunca. Estamos dejando que grandes corporaciones a las que todo les importa un pimiento jueguen al monopoli, haciendo lo que les venga en gana con tal de sacar más y más dinero y beneficios. Incluso se han descubierto energías renovables y autosuficientes que han costado hasta la vida de sus descubridores, en un entramado de conspiraciones muy tontas y egoístas. En fin, que es un tema muy interesante pero por desgracia, bastante inacabable, jeje ; )
ResponderEliminarLa verdad es que nos podríamos pasar horas hablando sobre el tema, y al final para no conseguir nada, porque sin esas multinacionales que pasan del tema,... poca solución veo.
EliminarAparte de esas reuniones estúpidas en las que reúnen los mandamases para hablar del tema. Y yo creo que lo utilizan para montarse unas fiestas...
Un besillo.
Un relato estupendo sobre una realidad tristísima y muy preocupante. No se entiende que no se le de más importancia, que no actuemos para intentar remediarlo en lo posible. Me da mucha pena pensar en el mundo que les estamos legando a los que vienen detrás.
ResponderEliminarMe alegra ver tu relato publicado, María, enhorabuena. Un beso enorme
Me vienen a la mente multitud de películas catastróficas, en las que el científico es el último en ser escuchado, y cuando lo hacen es demasiado tarde...
EliminarUn besillo.
Triste y alarmante relato. Aunque pasar la Navidad en tirantes y chanclas, tomando refrescos en las terrazas... Es broma. Yo echo de menos las nevadas antiguas en León. hace un montón de años que la nieve, cuando cae, dura dos horas. Yo recuerdo ir una semana en katiuskas pisando montones de nieve que tardaba días en fundirse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aquí la verdad es que el frío siempre pasa muy de largo. Pero antes llevábamos jerseys, y hace una eternidad que no me compro uno, jejeje.
EliminarUn besillo.
Me gustó mucho María. Es un relato diferente, en el que mezclas la normalidad con el futuro distópico que, por desgracia, es cada vez más real. Me resulta un relato muy visual, muy bien descrito, en el que me haces sentirme allí, primero con el frío y luego con ese calor insoportable. La imagen de las uvas y los fuegos en el agua es de una extraña y melancólica belleza.
ResponderEliminarMuchas gracias. Me subes los colores, me alegro de haberte metido en situación. Eso a veces es difícil para un escritor, y si lo he conseguido, me alegro.
EliminarUn besillo.
Un relato buenísimo y muy serio, María, a pesar de que tú lo hayas escrito con tu buen rollo de siempre. Pensar que lo que narras pudiera llegar a ser cierto alguna vez, me da escalofríos. Más vale que vayamos tomando tona...
ResponderEliminarUna llamada de atención en forma de historia, no me extraña que te lo publicaran porque me parece genial.
Un beso enorme!!
Creo que pasará, y por lo que parece, ese futuro no está muy lejos, y resulta aterrador. La tierra se quitó a los dinosaurios de en medio, nosotros podríamos ser los siguientes...
EliminarUn besillo.
Muy bueno, María. Algo de lo que todos deberíamos tomar conciencia. Por cierto, felicidades por la publicación!
ResponderEliminarUn besote!!
Muchas gracias guapa. La verdad es que me hablaron del invierno y la imagen de las uvas en la playa me vino a la cabeza.
EliminarUn besillo.
¡Enhorabuena, María! Muy buen relato. Ya está ocurriendo. El año pasado en México fui testigo de dos granizadas que destrozaron autos y todo lo que pillaron. En mi pueblo, montaña nororiental leonesa con clima de montaña, están desapareciendo el otoño y la primavera. El nivel del mar sube 4cm por año.......se aproxima un ajuste, la próxima glaciación estiman que comience en 2017. El clima se regula solo pero lo que no entendemos es que quizá nosotros no sobrevivamos a esa regulación. Muy bueno. Un fuerte abrazo hermosa
ResponderEliminarParece que nos da igual, como si no fuera con nosotros. Pero como bien dices, está ocurriendo y no nos estamos dando cuenta, o no nos queremos dar cuenta. Es una pena.
EliminarSupongo que EEUU y demás super potencias tendrán esos bunkers de película donde meter a los más afortunados.
Un besillo.
Un buen texto de una triste realidad cada vez mas evidente, ya que este invierno casi ni a existido y me temo que como sigamos así esto solo es el principio, de modo que albergo la esperanza de que se remedie esto del cambio climatico, y ya no solo por mi si no por las generaciones venideras. un beso. TERE
ResponderEliminarParece que tenemos los días contados si esto sigue así, el tiempo está cambiando, y nos tenemos que dar cuenta de eso.
EliminarUn besillo.
Me ha gustado mucho el relato, María. Lo veo como algo premonitorio, uf.
ResponderEliminarA mi me gusta el invierno, pero la verdad es que ya es como el de antes. En mi ciudad, Zaragoza, helaba siempre en Navidad. Ahora es difícil que las temperaturas bajen por debajo de los 0 grados.
Un besito.
¿Dónde mandaremos a los pobres reporteros a pasar frío para que nso cuenten lo mucho que está nevando? Es bromilla.
EliminarLa verdad es que no parece un futuro muy lejano.
Un besillo.