Anda
presurosa por alguna de las calles de aquella ciudad laberíntica. Lleva una
mochila enganchada al hombro derecho que se sujeta delante de su cuerpo con
ambas manos. El móvil vibra sin parar en su interior. En ningún momento lo saca.
Anda
rápido, sin mirar atrás, pero observando todas las lunas de los escaparates o
las ventanas de los coches. Su rostro es serio, pero no refleja ningún atisbo
de emoción. Está entrenada para ello.
Tres
meses antes su vida era de lo más normal. Una mujer recién casada con el hombre
de su vida desde que tenía quince años. Un viaje de novios a una tierra
exótica. Y al volver a casa, un accidente lo cambia todo. Los acontecimientos
se precipitaron casi sin darse cuenta, y todo para llegar a este momento y a
este lugar.
Parece
que anda sin rumbo fijo, a veces pasa por la misma calle dos veces. Sí la miras
sin conocerla, parece una mujer perdida. Pero ella se conoce aquella ciudad con
los ojos cerrados. No había estado allí nunca, pero se había memorizado cada
calle, cada rincón, cada estatua y cada plaza.
De
pronto se queda parada en mitad de la acera, mirando de frente sin girar su
cabeza, ni siquiera sus ojos. La gente pasa a su alrededor y la miran, pero
siguen su camino sin prestarle mayor atención. El móvil ya no vibra y ella no
se mueve. Un niño pasa a su lado y se queda observándola. Se pone delante y
empieza a hacerle muecas como si de un juego se tratara.
Una
gota de sudor cae por la frente de la mujer y por un momento su gesto cambia, es
casi imperceptible, excepto por el niño que queda satisfecho y sigue su camino de
la mano de su madre que tira con resignación.
De
repente un gran estruendo, los cristales de los coches estallan, las alarmas
empiezan a pitar, la gente está tirada por el suelo rodeada de escombros y
sangre. La mujer ya no está, se ha deshecho en pedazos, su mochila son jirones
que se confunden con trozos de su cuerpo desmembrados por la calle. El niño
yace muerto junto a su madre unos metros más adelante.
La
calle es un hervidero de gente que se levanta medio mareada, con miembros
amputados o heridas sangrantes. Las sirenas no tardan en sonar, un helicóptero
se acerca, ambulancias, policías, todo es un caos.
Hace
tres meses su vida era normal.
¡Madre mía! una mujer se inmola en plena calle haciendo mucho daño a los pasaban por allí. Un buen relato. Dentro de dos días si no lo has recibido ya mi obsequio. Un abrazo
ResponderEliminarPue spor ahora no lo he recibido, pero muchas gracias de antemano.
EliminarUn besillo.
Hola. una gran historia que nos podría pasar a cualquiera. Llevamos una vida 'normal' y en cuestión de segundos un hecho puntual lo puede cambiar radicalmente todo... Seguimos en contacto
ResponderEliminarSi, hay momentos, circunstancias, instantes, que nos cambian la vida.
EliminarUn besillo.
Nuestra vida es normal hasta que algún desalmado, o descerebrado, o conductor ebrio se cruza en nuestro camino.
ResponderEliminaresos que se inmolan lo podrían hacer en el desierto y a solas.
Un relato impactante cuajado de una triste realidad demoledora.
Besos
Pues si, pero creo que en el desierto no harían el daño que tanto quieren hacer.
EliminarUn besillo.
Guao, que fuerte relato María...
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegra haberte impactado.
EliminarUn besillo.
Qué bien contado María, es que la vida nos puede cambiar en cuestión de segundos.
ResponderEliminarUn beso.
Completamente, y sin darnos cuenta.
EliminarUn besillo.
Una historia terrible, por desgracia más habitual de lo que pudiera parecer. Un relato impactante, María, felicidades.
ResponderEliminarUn beso enorme
Muchas gracias . Es verdad que es una realidad cada vez más cercana.
EliminarUn besillo.
Un relato brutal, María, por su ejecución y por su temática tan de rabiosa actualidad, por desgracia. Vivimos sumergidos en nuestro mundo y no somos conscientes de que todo puede cambiar en un segundo, incluso dejar de existir. Aunque no hay que tener miedo, ser conscientes de que somos del tamaño de amebas en el mundo no va mal. Me ha gustado mucho y me alegro de que hayas experimentado con cosas nuevas, María ; )
ResponderEliminarMuchas gracias. La verdad es que sí somos un pequeño punto en el Universo. Si te pones a pensarlo hasta te mareas.
EliminarUn besillo.
No solo es un relato duro y brutal por el contenido, está escrito con verdadera maestría. Tiene mucha fuerza e intensidad. El estilo narrativo, con frases cortas, instantáneas a modo de fotogramas, aumenta la tensión. El final desgarrador acaba de rematar la obra.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un besillo como los tuyos.
Gracias por tus palabras. La verdad es que me ha costado escribirlo más de lo que pensaba, así que si os ha llegado eso me llena de orgullo.
EliminarGracias pr mi besillo, te devuelvo otro para ti.
¡¡Qué fuerte, María!! Pero supongo que también más que posible...
ResponderEliminarHay acontecimientos de la vida y circunstancias que nos vuelven como un calcetín y, desde ese momento, ya no queda nada de lo que antes fue.
Me ha gustado mucho y me ha impactado, ¡¡buenísimo!!
Un besillo y feliz viernes.
Muchas gracias. Sinceramente, lo empecé escribiendo pensando en otro final, el final me llegó de repente. Por eso me alero más de que haya causado el efecto que quería.
EliminarUn besillo.
Me ha impactado, María. Me ha impactado y me ha parecido buenísimo. Inesperado, cruento. Impresionante. Un besito. Feliz semana santa!
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarMe alegra impactar, eso es siempre una buena señal.
Un besillo.
Se me han puesto los pelos como escarpias!
ResponderEliminarEsta, aunque dura, es el tipo de relato que a mí me mola. Te felicito por ello.
Besotes
Muchas gracias.
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un besillo.
Enhorabuena Maria. Me ha encantado tu historia. Tú descripcion de la situación ha sido perfecta, parecia que yo estaba allí, que lo podía ver. Eche de menos el dialogo interno de la mujer, su psicología, los porques, ...
ResponderEliminarAl escribirlo en tercera persona no lo quise incluir. Pero tienes razón en que hubiera sido bueno para darle más emoción e incluso saber más acerca de ella.
EliminarUN abrazo.