La mesa
ya estaba dispuesta. Todos aquellos manjares bien dispuestos, un pollo asado en
su jugo, unos espaguetis a la boloñesa, una fuente de patatas a lo pobre, unas
migas como recuerdo de su tierra, una sopa de picadillo, un plato de jamón
ibérico, berenjenas rellenas, crema de calabacín y de calabaza, san jacobos rellenos
del más exquisito roquefort.
En un
lado de la mesa, un solo plato, para un comensal, un vaso para el agua y
cubiertos para uno. Estaba harta de la dieta, allí sentada admiraba todo lo que
le había apetecido comer. Todo esperaba a que ella le hincara el diente. Qué
pena que no tuviera hambre.
Jajajaja Maria, me has quitado la idea de poner mis cenas, en otro momento las subiré. Hoy estoy a dieta por que mañana es el día del atracón de San Blas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jajaja ya me comería yo todo eso y más, pero me he privado de cosas, que por eso estoy de dieta, jejeje.
EliminarUn besillo.
Qué gran ironía decidir saltarte la dieta a lo grande y que no tengas hambre jajajaja. ¿¿Por qué será que a mí nunca me pasa eso?? :P
ResponderEliminarMuy bueno, María, me has hecho reir :))
Un besillo de martes!!
A mí tampoco, yo seguro que acabo con la mesa de una esquina a la otra, jejeje.
EliminarUn besillo.
Madre mía que desperdicio de comida. Al menos podría haber invitado a alguien con hambre y sin dieta ni vergüenza.
ResponderEliminarComo siempre un gusto leerte mamá escritora.
Besos
La verdad es que después de hacerla, que se quede ahí es un gran desperdicio, pero bueno para eso se inventaron los tuper y el congelador.
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Jajajaja que bueno María, cuando estamos a dieta siempre nos apetece comer de todo y luego a la hora de la verdad nada de nada!! Por cierto, si quieres mandarme algún super, lo recibo encantada!! Jajajaja
ResponderEliminarBesin :))
Supongo que con lo de super quieres decir tuper, jejeje. Lo siento creo que nuestra protagonista se llenó la barriga al final, porque no quedó nada de nada.
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¡¡Pobrecilla!! Con lo deliciosa que debía estar toda esa comida y ella sin hambre... si aún los tiene por ahí, yo me quedo con los San Jacobos de roquefort, se me ha hecho la boca agua al leerlo, te lo juro, jajaja
ResponderEliminarUn beso, María
A mí me salen buenísimos, está mal decirlo, pero es la verdad. Lo único que llevo sin hacerlos muchísimo tiempo.
EliminarUn besillo.
¡Cómo has podido hacernos esto! Una apetitosa mesa dispuesta para el comensal y ella imperturbable, mirándolo todo y ¡sin hambre! ja,ja,ja,ja,ja En serio, María, te ha quedado un minirrelato fantástico.
ResponderEliminarMuchos besitos
Muchas gracias. La verdad es que las dietas tienen sus ratos malos, malísimos.
EliminarUn besillo.
Me estaba poniendo mala de pensar en todos los manjares exquisitos que me darían nauseas todos juntos. No me extraña que no tuviera hambre la pobre. Y después de una dieta. Para morirse, vamos. Yo también quiero los San Jacobos, pero delante me tomaría una sopa de picadillo. Mmm qué buena!!
ResponderEliminarA mí me daría igual mezclarlos, cuando tengo hambre, devoro, jejeje.
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Jooo a estas horas leer esto me da un hambre terrible, ojalá me pasara igual y pudiera decir que no a una suculosa comida jajajaj. (Por cierto, a final de mes empiezo la dieta con endocrino incluido :p Resistiré!!) Un abrazo :)
ResponderEliminarEstupendo. Me alegor por ti. Yo la estoy haciendo de endocrino, de otra vez que fui, reciclando vamos. Ya me contarás como te va a ti.
EliminarUn besillo.
Esto me suena a masoquismo gastronómico. Pero si de veras está inapetente, es un derroche de alimento y de esfuerzo culinario. Espero que, por lo menos, disfrutara de la visión de la mesa tan bien puesta.
ResponderEliminarPorque es demasiado temprano y no suelo comer hasta muy tarde porque, si no, le hincaba bien el diente a todos esos manjares.
Breve, conciso y muy bien descrito y escrito.
Un abrazo.
Jijiji la verdad es que nuestra protagonista no ha sabido disfrutar de tanta comida bien hecha. Esperemos que la haya congelado y no la haya tirado, jejeje.
EliminarUn besillo.
Jajajaja, supongo que es lo que pasa cuando uno se priva, que al final ya ni apetece, qué ironía. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos.
Ufff sí, es lo que pasa con las dietas, que te lo comerías todo, pero luego a la hora de la verdad, no tienes hambre.
EliminarUn besillo.
Ojalá a mí me ocurriese eso, jajaja. Qué delicada ironía, el final ha sido gracioso al mostrarnos esa paradoja. Me ha encantado leerte, María.
ResponderEliminarUn beso
Ojalá a mí también me ocurriese, pero que le vamos a hacer, no tenemos esa fuerza de voluntad, jajaja.
EliminarUn besillo.
Lo siento, no lo comprendo... Nunca he estado a dieta (supongo que por suerte, claro), así que no concibo eso de no tener hambre delante de todos esos manjares... a no ser que sea porque ya has comido, je, je.
ResponderEliminarSeguro que hay algún refrán castellano para la ocasión
Besos
Pues tienes mucha suerte de no haber estado a dieta nunca. Te lo dice una que ha convivido con ellas toda la vida, jejeje.
EliminarUn besillo.
Es como pornografía gastronómica: hay mucho de todo, en exceso, para colmar los sentidos, pero se mira y no se toca. ¡Ay!
ResponderEliminarLa fuerza de voluntad para no ceder ante ese repertorio de delicias, la hace acreedora de todos los premios habidos y por haber. Para gozo del alma, lo debiese repartir entre los que sí comemos sin pudor alguno jaja
Saludos!
Pues sí, debería compartir si no piensa comer.
EliminarUn besillo.