No paro
de escuchar por todas partes que los que te quieren de verdad están contigo en
los malos momentos. Pero creo que se equivocan. Para demostrar esto os voy a
contar mi historia.
Vengo
de una familia grande. Una familia de cinco hermanos muy unida. Siempre nos
hemos juntado para cualquier celebración. Además de todos los primos, que en
total somos 19, así que imaginaros nuestras cenas de Navidad, entre parejas e
hijos somos muchos. Ya perdí la cuenta.
Yo
tengo una mujer a la que adoro y dos niñas gemelas que son las niñas de mis
ojos. Queríamos tener más hijos, pero un revés en nuestras vidas nos quitó la
idea.
Yo he
sido una de esas personas a la que la crisis le ha golpeado de lleno. De no
pensar lo que es llegar a fin de mes, mirar los precios de todos los alimentos
que nos llevamos a la mesa. Los yogures se han convertido en un artículo de
lujo y las meriendas ya no contienen tanta fruta como nos gustaría.
Hacemos
verdaderos malabares para que nuestras hijas tengan de todo, mi armario y el de
mi mujer conserva la misma ropa durante años.
A las
miradas de todos, estamos bien, no tenemos lujos, pero tenemos nuestra casa y
la verdad es que no nos falta un plato de comida sobre la mesa.
Pero
antes de todo esto salíamos con nuestros amigos y familia, comíamos fuera todos
los fines de semana, e incluso nos íbamos a alguna casita rural o a algún
hotelito con encanto.
Todo
eso se acabó, y no me quejo, sé que hay gente que lo está pasando
verdaderamente mal.
Después
de todo aquello, la gente nos llamaba para quedar y siempre teníamos que poner
una excusa, mejor o peor, pero excusa al fin y al cabo. Lo de no tenemos
dinero, la gente no lo acepta. Así que poco a poco dejaron de llamar. Nos
contaban sus salidas por teléfono, y nosotros asentíamos con la tristeza de no
poder estar allí con ellos.
Pronto
esas llamadas también desaparecieron, y ya no llamaban ni para decirnos lo bien
que se lo pasaban. Entendíamos que no iban a cambiar sus planes por estar con
nosotros en una casa tomando un café, pero nos daba rabia, que no cambiaran
algunas de sus salidas, solo por estar con nosotros.
Y lo
mismo pasó con la familia. Ellos estaban ahí si necesitábamos algo de dinero
para unos zapatos de las niñas o para cualquier otra cosa. Pero para divertirse
ya tenían a otros que podían seguir su ritmo.
Ahora
nuestros fines de semana son en casa, en el parque o en la playa. Sitios donde
no haya que gastar mucho. Solemos salir solos los cuatro. Nos reímos mucho y lo
pasamos bien. Pero echamos de menos a todos los demás.
Así que
cuando la gente me dice que los que de verdad te quieren están en los malos
momentos, pienso que en realidad es en los buenos cuando se nota que la gente
quiere estar contigo y te quiere. Porque te elige a ti para ser feliz, porque
quiere que tú estés en los mejores momentos de sus vidas. Sea tomando café
entre mantas, o comiendo de lujo en un restaurante.
Uffff, yo he vivido una cosa así, pasé de ir a pasar el finde a Madrid o ir a ver el espectáculo que nos apetecía(sin exageraciones, cosas asumibles nunca por encima de los ingresos)a tener que mirar todo muy mucho aunque he tenido suerte con el ocio, quizás porque los viajes y salidas los hacíamos nosotros en familia y así no tuve que dar excusas a los amigos, o porque las comidas familiares solían ser en la finca de mis abuelos o mis suegros y eso lo hemos seguido haciendo. Tiene que ser horrible sentirse abandonado, con lo mal que se pasa en esos reveses, y te lo digo por experiencia.
ResponderEliminarUn besito.
Siento que hayas tenido que pasar por eso, pero veo que has sabido salir con mucho acierto. Así que supongo que el positivismo y la imaginación juega un gran papel en estos casos.
EliminarUn besillo.
Una historia muy real y no de las peores, de todas las que se escuchan y conocen. Todos sabemos de alguna cuyos protagonistas son familiares o amigos. Es en estos malos momentos, cuando se conocen a los buenos de los prescindibles, los que interesan y sobran. Pero también hay que saber pedir ayuda (No sólo la material) y que las personas conozcan tu situación real y puedan comprender la situación.
ResponderEliminarBesos
Supongo que cuando estás en esas situaciones también la gente debe saber como te encuentras sin necesidad de que se lo digas. Ahí también está la gente que te quiere. Aunque es importante pedir ayuda no todo el mundo es capaz de hacerlo.
EliminarUn besillo.
Está muy bien tu relato!! Soy de los que piensan que las personas que nos importan están en los buenos y en los malos pero si que es cierto que hay pocos que saben apreciar los buenos momentos. Esos que sin estar fuera de nuestras posibilidades se convierten en grandes recuerdos por compartirlos juntos, ya sea un café en casa o simplemente un paseo.
ResponderEliminarGenial Maria. Un beso ;)
Completamente de acuerdo. Los grandes momentos se componen de los pequeños.
EliminarUn besillo.
Este relato muestra una situación muy real. A lo largo de nuestra vida a nosotros no ha faltado de nada imprescindible y cuando la situación monetaria flaqueaba estaba los padres ahí para ayudarnos. Pero no dejo de reconocer que hay muchísima gente que con la crisis lo está pasando bastante mal. Lo de que los amigos se olvidan cuando ya no les acompañas pues si, pasa y mucho. Y no por que no puedas acompañarles sino por que cada una va a su vida y no se van alejando un poquito mas del esos amigos que ya no pueden segur alternando. Un abrazo
ResponderEliminarEs algo que suele pasar, así que deberiamos ser un poco más empáticoas con las personas que tenemos a nuestro alrededor.
EliminarUn besillo.
Por desgracia creo que funciona así. A veces, precisamente por ello, nos damos cuenta de las personas que siempre estarán o que simplemente nos buscan cuando ellos nos necesitan. =/
ResponderEliminarUn abrazo, guapa. =)
Es una pena, pero parece que sí. Aunque creo que no siempre es de esa manera, o eso espero. El mundo sería mucho mejor.
EliminarUn besillo.
Yo creo que los amigos son los que convierten tus momentos malos en menos malos y los buenos en muy buenos. Si comparten contigo su vida y la alegría, creo que es mucho.
ResponderEliminarUn beso enorme, María
Claro que sí, tener a los tuyos cerca siempre ayuda.
EliminarUn besillo.
Si, tristemente verdad, hoy en día estas situaciones se ven a menudo, y por lo que sea, que cada quién sabrá, es más fácil compartir los buenos momentos, pero se olvida que en los malos, la familia y las amistades pueden obrar milagros. Hay veces que también, cuando alguien está pasando una mala racha, prefiere la soledad, y eso es algo que también presienten los que te quieren, y por tal motivo te dejan "de momento".
ResponderEliminarEstupenda reflexión sobre un aspecto de la vida María.
Un abrazo.
A veces necesitas estar solo y otras acompañado, y haciendo cosas con los que tienes al lado.
EliminarUn besillo.
Creo que a la gente, en general, le incomoda reconocer que sus allegados ya no están a la altura económica que solían. Hay que tener mucha confianza y también mucho cariño por medio para hablarlo claramente, para exponer la situación con naturalidad y poder entonces llegar a puntos intermedios de ocio compartido. Seguramente ya no habrá invitaciones a grandes restaurantes, pero sí que se puede quedar para compartir una merienda o un almuerzo más sencillo. desaparecer es lo último y dice muy poquito de quienes lo hacen.
ResponderEliminarUn relato muy bueno, María. A todos nos ha dado que pensar.
Un beso!!
Tienes toda la razón, aunque también es verdad que hay veces que los ritmos de las personas cambian y auqnue los demás sigan el suyo el de la otra persona ya no es el mismo. No se le puede obligar a nadie a cambiar de ritmo.
EliminarVaya follón me estoy armando, jajaja.
En fin que nos queramos todos muchos y que estemos al lado de los que nos necesitan, para lo bueno y lo malo.
Jajajaja
Un besillo que como siga la lio más.
Describes aquí, como muy bien dicen el resto de comentarios, una situación muy real. Yo estoy convencido (y es mi opinión, por supuesto), que todas las amistades (y digo todas) son puramente circunstanciales. Dependen de una situación, de un entorno, de una forma de entender la vida, etc. Cuando eso cambia, las amistades cambian. No quiero decir con esto que se algo malo. No es que los amigos estén ahí en los buenos o en los malos momentos, sino que están cuando hay algo que compartir, ya sea unas cañas, una manta, la cola del paro, un sofá en el tanatorio. Si no están no es porque te hayan fallado, sino porque ya no existe el vínculo.
ResponderEliminarPodrían correr ríos de tinta sobre el tema, je, je, pero no es cuestión de enrollarse. La cosa es que tu relato invita a esa reflexión, y esa es la magia. Eres una gran comunicadora compañera.
Besos
Me alegro que hayas hecho esa reflexión. Es un punto de vista completamente diferente que también invita a la reflexión, jejeje.
EliminarUn besillo.
La o las personas que realmente desean estar contigo... están, aunque sea sentados en un banco de la calle compartiendo un paquete de pipas.
ResponderEliminarBuen relato, María
Besillo grande!!
Me encanta esa imagen. Me ha recordado un poco a reality bites, no sé si la has visto, pero hay una frase que me encanta: Todo lo que necesitamos es un par de cigarrillos, una taza de café y una buena conversación. Tú, yo y cinco dólares.
EliminarUn besillo.