El chico
andaba con desesperación, con rabia. Las lágrimas de su rostro se mezclaban con
la lluvia que caía fuerte sobre él. Acababa de perder lo que más amaba y todo
por su culpa, por no saber cuidar el amor. Porque no supo darle lo que ella le
pedía.
La
música sonaba de fondo, mientras se podía ver la impotencia del protagonista.
María estaba sentada en el sofá, con servilletas en la mano y llorando al ritmo
de esa melodía. Sabía que se arreglaría, en las películas todo acaba bien. Esa
era la escena anterior al gran final. Acabarían besándose en algún atardecer y
ella sería testigo de ese gran amor con los ojos rojos y el corazón desgarrado.
Porque
ella no estaba en ninguna película, su historia no era digna de ser contada, no
había guiones de Óscar para su amor. Simplemente se acabó, dejó de funcionar y
él se fue. Y ahora ella sin chocolate, sin helado, para ahogar sus penas, solo
con un amor de película, uno que le diera esperanza de que otro final pudiera
existir para ella. De que no todo acababa tras un grito y un portazo.
La
esperanza de que él también se diera cuenta de que había perdido al amor de su
vida, de que tendría que recuperarla a pesar de todo, de que la quería como
solo se quiere una vez. Que se diera cuenta de que no habría más amor reservado
para ellos, de que las únicas risas que quería oír eran las de ella.
En la
pantalla el protagonista se paraba en medio de aquella lluvia torrencial,
mientras imágenes de ella y de su amor pasaban por la pantalla. Y María
recordaba a su vez momentos parecidos, instantes idealizados por el paso del
tiempo. Retratos de película que se mezclaban en su cabeza para formar el nuevo
guion de su gran historia de amor.
El
timbre de la puerta suena, y María para la película, con la esperanza de que él
esté al otro lado, mojado por la lluvia, a pesar de ser una noche de verano
seca y calurosa. Pero con todo el amor reservado para ella.
Cuando
la puerta se abre, solo una frase.
- Su
pizza.
Ella
paga y vuelve a su sofá, a su película, a sus mentiras, a su amor, a otro amor
robado, mientras llena su estómago cuando lo que quiere llenar es su corazón.
Aquella
noche no vuelve a sonar la puerta. Y María se acuesta en sus sábanas frías
deseando taparse con un edredón a pesar del calor sofocante. Y moja las sábanas
hasta que el dolor de cabeza se hace tan intenso que ya solo le queda dormir. Y
así lo hace, casi sin darse cuenta, recibiendo las pesadillas de su amor
perdido.
Relato de cuando pretendemos que la vida sea como una ficción de película donde se trasforma la realidad, adornándola con finales felices.
ResponderEliminarVivir es otra cosa, seguro.
Estupendo relato de desamor.
Besos de Lunes.
Sí, las películas han hecho mucho daño al amor de verdad. La gente cree que lo que hay en las películas es la verdad. Y a realidad es muy diferente.
EliminarUn besillo.
No sé si en casos como éste las pelis sirven para consolarnos o para ponernos aún peor, para darnos la oportunidad de recrearnos en nuestra desgracia. En cualquier caso son siempre una buena opción :)
ResponderEliminarUn relato muy chulo, María.
Un beso de lunes!!
Muchas gracias. La verdad es que estos momentos de película te sirven para desahogarte y eso siempre viene bien.
EliminarUn besillo grande.
Jo, pobre... Pero es cierto, al final la realidad supera la ficción...
ResponderEliminarBss
El desamor que es muy malo, y a veces la ficción no ayuda.
EliminarUn besillo.
En las películas el amor casi siempre triunfa, pero no es todo realidad, ella sufre el desamor de verdad.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, ella está sufriendo por ese amor, y no creo que la película le esté ayudando. Un besillo.
EliminarSeguro que pasada la tormenta de verano , todo vuelve a su sitio y se vuelve a creer en las películas y finales felices. Me ha encantado el relato :) Un abrazo!!
ResponderEliminarClaro que sí, todo pasa. Y después de la tormenta siempre llega la calma. Jejeje.
EliminarUn besillo.
¡Vaya! Gracias. Un saludo.
ResponderEliminarGracias a ti por tu visita. Un besillo.
EliminarQué bonito!!!!! A veces tanta peli nos hace idealizar el amor, pero claro, quien puede resistirse...
ResponderEliminarBesos.
Las pelis románticas son eso, para vivir el amor de otra manera.
EliminarA mí me encantan.
Un besillo.
Precioso, y tan, tan triste... me hubiera encantado que la protagonista tuviera un final de película, pero me temo que la realidad no siempre coincide con los sueños.
ResponderEliminarUn gran relato, María.
Mil besos
Nunca se sabe, a lo mejor hay otro final de película para ella, pero con otra persona.
EliminarUn besillo.
Jo, vaya dos. ¿No podemos ponerle a esto un final feliz? A veces se me olvida que hacen falta más cosas que el amor para mantenernos al lado de otra persona.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, a pesar de que me voy más triste que Bambi el día de la madre, ains.
Un fuerte abrazo, guapa. =)
No te pongas triste mujer, qeu seguro que pronto encuentra otro hombre por el que suspirar y le haga sentir la mujer más especial de la Tierra. Ahí tienes otro final, para que te alegres, jejeje.
EliminarUn besillo.
Es cierto eso de que el paso del tiempo idealiza las cosas. Hasta lo más trivial cobra después un sentido único. Luego en nuestra propia cabeza se reproducen mil películas con mil finales diferentes al que nos tocó.
ResponderEliminarSaludos!
Es lo que tiene el tiempo, la mente nos hace revivir los mejores recuerdos y los malos se quedan escondidos en algún rincón de nuestra cabeza.
EliminarUn besillo.
No deja de asombrarme lo prolífica que eres, con qué facilidad puedes ir generando a diario relatos e historias de tanta calidad. Esta, en concreto, me ha enganchado, casi casi emocionado. Lo bueno de tu estilo narrativo es lo que, para muchos (yo mismo) no es nada fácil: la sencillez y a la vez belleza del lenguaje. Hay quien, para demostrar cualidades narrativas, se excede en una terminología "postiza", grandilocuente, forzada que lo que hace, en realidad, es desmerecer la calidad del relato.
ResponderEliminarPor cierto, nunca he entendido (según se muestra en multitud de películas y en este relato) por qué las mujeres (diría que casi exclusivamente), cuando están tristes, deprimidas o rabiosas por un fracaso, se zampan todo un bote de helado o se comen medio kilo de chocolate. Y luego se quejan de que engordan. En cambio, parece que los hombres son más de echarse a la bebida.
Perdona este corte argumental. Ha sido solo para desdramatizar un poco la historia.
Un abrazo.
Muchísimas gracias por tus palabras. Son un gran halago. He de decirte que siempre que leo un libro que describe hasta la saciedad me aburre soberanamente. No sé sií algún día podré escribir una novela, solo por esta razcón. A mí me gusta ir al grano y odio los adjetivos innecesarios. De ahí supongo la sencillez de la que hablas.
EliminarMe has subido la autoestima literaria al 100%, muchas gracias, no sabes lo que necesitaba unas palabras como estas.
Ah y yo jamás he comido chocolate o helado cuando he estado deprimida, me resulta absurdo, además de que no me gusta mucho. Sin embargo no le diría que no a un par de chupitos de tequila, jejeje. Y si son en buena compañía mejor.
Un besillo.
Un relato muy bien estructurado. Principio desde la película, haciéndonos pensar que la historia narrada es la que discurre en la pantalla, desarrollo con la escena del sofá donde, aprovechando la conexión de la película nos muestras la soledad de la protagonista y su añoranza del amor perdido, y desenlace sorprendente, con la ruptura del drama que hace el pizzero y el final melancólico en la cama.
ResponderEliminarMe ha gustado
Besos
Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado. La verdad es que me salió sin más, jejeje.
EliminarUn besillo.
Un relato redondo, una escena ficticia nos conduce a una real, nos adentras en las cavilaciones y sentimientos de la protagonista, sus deseos, la comparación de la realidad que experimenta con la ficción que podría ser, nos desvelas con esa llamada a la puerta, esperamos que sea lo que ella piensa, y un manotazo de humor nos devuelve al lugar donde estábamos, a punto para meternos en la cama con la protagonista, para llorar juntos este desamor tan bien narrado. Un juego estupendo en el que nos embarcas en este texto, audaz y ambiguo. Genial, María.
ResponderEliminar¡Abrazo, Hermana de Letras!
Muchas gracias por tus palabras. Muy acertadas y descriptivas, me han encantado.
EliminarUn besillo Hermano de Letras.